Apuntes de estrategia, liderazgo y habilidades gerenciales
para directivos y emprendedores
Este artículo se basa
en unos viejos apuntes telegráficos de un curso con Ricardo, aunque incompletos, reflejan las ideas básicas en las
que se soportan nuestros cursos y conferencias sobre Estrategia, Liderazgo y
Habilidades Directivas para Directivos y Emprendedores. Son conceptos
esenciales para directivos, emprendedores y cualquier profesional de la empresa
que pretenda hacer una labor excelente.
1. La Vida Sensitiva.
La persona nunca llega a ser del
todo coherente. No tiene que ser dominada, sino cordialmente comprendida. Elige
sus propios fines. En la persona el aprendizaje es mucho más importante que el
instinto; la elección de los fines y de los medios y su puesta en práctica son
aprendidos. No genéticos. Tiene que aprender casi todo lo que hace: andar,
comer, hablar, leer, etc. Todo ello es vivir.
Lo más propiamente humano es la
elección de los fines y medios. El individuo se perfecciona alcanzándolos.
Porque tiene libertad para todo eso.
Todo su desarrollo y la
satisfacción del instinto exigen la intervención activa de la razón. El hombre
necesita aprender a vivir. Si no se controla mediante la razón, no se controla
de ninguna forma. Sobre todo la fuerza del instinto también necesita
controlarse desde la razón (en los animales no; su instinto les auto limita a
lo que es bueno para ellos). Sin razón los instintos del hombre son totalmente
desmesurados.
Hay correspondencia entre
morfología del cuerpo e inteligencia (bipedismo, manos con cinco dedos que dio
origen al sistema decimal, rostro expresivo por la posición de los ojos en el
mismo plano, desarrollo cerebral, etc.) que le permite expresarse, relacionarse
y actuar tal como lo hace. Si no tuviéramos unas manos como las que tenemos, la
inteligencia no nos serviría de nada. Las manos son un instrumento
inespecífico, multiuso, pensado para ser un instrumento de instrumentos y de lenguajes:
pueden cortar un árbol con un hacha, enhebrar una aguja o tocar el piano.
Pueden rascar, escribir, acariciar, golpear, abrir, palpar, nadar, señalar. Son
muy expresivas; incluso sirven para que los sordomudos hablen y los ciegos
vean.
El cuerpo humano está configurado
para cumplir muchas funciones: nadar, bucear, gatear, escalar, correr, subir,
bajar, conducir, armar, saltar, trabajar, comunicar, luchar. La inteligencia y
el cuerpo están muy interrelacionados. El hombre es cuerpo inteligente o
inteligencia corporal izada.
El alma es “la forma integral del
cuerpo”. Todo lo que le pasa al uno, le pasa al otro. Mientras está vivo son
inseparables. Caminan siempre juntos. Forman la persona. El alma está dotada de
inteligencia y carácter personal; no se deriva de la materia y es capaz de
hacer cosas completamente ajenas a la materia como : superar el tiempo, pensar,
imaginar, sentir, querer, amar, hablar, escribir; aspectos irreductibles a la
materia, aunque inseparables de ella. No emerge de la auto-organización
espontánea de unos genes. Gemelos univitelinos (idéntico ADN) pueden llenar
vidas de una calidad psicológica, intelectual y moral absolutamente distinta.
La persona no es simplificable a la simple química y biología.
2. La Vida Intelectiva
La persona es el animal que habla
(como también el animal que se viste). Capaz de conocer y manifestar sus
estados interiores. Capaz de hablar y de escuchar. Hablar exige pensar. El
pensamiento es insaturable. Por mucho que se piense siempre se puede pensar
otra cosa.
Lo que une a los hombres es la
razón. Y lo que les separa es la sin-razón o la irracionalidad. Sólo con la
razón pueden convivir unos con otros.
Los sentimientos son el modo de
sentir las tendencias. Los sentimientos forman un mundo muy complejo. Juegan un
puesto central en la vida de la persona. Conforman la situación anímica
interior. Impulsan o retraen a la acción y juntan o separan a los hombres. Su
dominio no siempre está asegurado. No siempre son dóciles a la inteligencia y a
la voluntad (la razón). Es preciso educarlos ya que pueden ir en contra de lo
que uno quiere. Es la clave del autodominio. Pueden ser irracionales en su
origen, pero armonizables con la razón. Los errores de autoestima originan
sentimientos falsos de sobrestimación, prepotencia o frustración. La estimación
correcta de la realidad y el conocimiento de uno mismo evita que los
sentimientos hagan salidas en falso. El comportamiento es el delator de los
verdaderos sentimientos de modo visible, directo y auténtico. Basta mirar a la
cara y observar.
La conducta apoyada únicamente en
sentimientos (el sentimentalismo) produce insatisfacción de uno mismo, una
falsa autoimagen y una pobre autoestima. Genera una vida dependiente de un
estado de ánimo y conduce a actuar según como uno se encuentre en ese momento
por casualidad. Los gestos son el lenguaje de los sentimientos. Normalmente una
persona rica en gestos es rica en sentimientos.
La voluntad es una función
intelectual. Es la “fuerza racional” por la que nos inclinamos al bien. Es
“razón actuante”. Se plasma en la conducta. La voluntad se hace presente al
actuar. Es complejo precisar cuando una acción deja de ser voluntaria. Pueden influir
el miedo, la fuerza o la ignorancia. El hombre es responsable ante los demás,
la ley y el juez. Tiene que ser correcta la elección de los fines y la elección
de los medios. Las motivaciones pueden ser importantes, pero no anulan la
voluntad ni la libertad.
¿Quién dirige la acción?
Debe existir equilibrio y armonía
entre los 6 factores. Pero el motor para la armonía es la razón. La razón debe
llevar el mando sobre el resto de las dimensiones humanas, para que la
integración sea humana.
Lograr esa armonía es cuestión de
hábito. Ojo con la gran importancia de la costumbre. El camino hacia esa
armonía es la ética. Es un hecho que en el interior del hombre existe una desarmonía
interior y también que tiene la capacidad suficiente, si quiere, para
armonizarla.
La ética es la educación de los
sentimientos y las inclinaciones para no incurrir en desarmonía (exceso o
defecto). Es de admirar un carácter maduro, equilibrado, rico en sentimientos.
Lograr esa armonía es vivir éticamente que es el único modo de poder ser feliz.
3. La Persona
La persona es un fin en sí misma,
y también se crea a sí misma por los hábitos. El tener hábitos positivos, es la
forma más perfecta de “tener”.
Hábito es una disposición estable
que inclina a determinadas acciones haciéndolas más fáciles. Exige repetición
de actos que acarrea un fortalecimiento para dichos actos.
Hábitos técnicos.- Manejo y
destreza de instrumentos.
Hábitos intelectuales.- Multiplicar y dividir.
Hábitos de carácter.- Referidos a
la conducta según la educación adquirida.
Estos implican el dominio de los
sentimientos. Conducen a la armonía (virtudes) o desarmonía (vicios).
¿Cómo se adquieren los hábitos? Sólo con la práctica. No hay otro
modo. Así se convierten en costumbre, que es la 2ª naturaleza de la persona.
Los hábitos modifican al sujeto en dirección virtuosa o viciosa. Todo lo que un
hombre hace le modifica su propia realidad en el mismo sentido que su acción.
No puede actuar sin mejorar o empeorar. Cuando uno desprecia, se convierte en
despreciador, y si hace una chapuza, en chapucero. ¿Es mejor sufrir la
injusticia o cometerla? Sufrirla; porque al cometerla uno se convierte en
injusto.
Lo propio y lo natural del hombre
es alcanzar su fin. Y su fin es perfeccionar al máximo sus cualidades. En
especial la razón y la voluntad.
¿Qué es el hombre? Mejor sería preguntar: ¿qué es capaz de llegar a ser? La naturaleza humana es tal que
lleva más allá de sí misma. Se transciende a sí misma en el hombre. “El hombre
supera infinitamente al hombre” (Pascal). El hombre es el ser que sólo es él
mismo cuando se supera a sí mismo; cuando va más allá de lo que es. Esto es
libertad. El hombre es libre. La verdad y el bien se alcanzan sólo libremente.
No está asegurado alcanzarlos (por ser libre). Por su libertad puede ir a favor
de las tendencias naturales o ir contra ellas. El hombre es la única criatura
que puede negarse a ser lo que es. La ética es algo intrínseco a la persona, a
su educación y como se ve ahora, a su desarrollo natural. No es un
“reglamento”, ni un prejuicio religioso, ni una norma organizativa. Sino algo
presente en el fondo mismo de lo humano. Ética es la conducta que emerge del
núcleo del ser espiritual de la persona. Los hábitos modifican al sujeto que
los adquiere. La naturaleza humana se perfecciona sólo por hábitos positivos
(virtudes). Uno se perfecciona a sí mismo adquiriéndolos. (El perfeccionador
perfectible). La naturaleza humana radica en su capacidad de perfeccionarse a
sí misma.
Por tanto, el hombre es un ser
intrínsecamente perfectible. Desde dentro. Y si no, no se perfecciona de
ninguna manera.
4.- Técnica y Mundo Humano
El hombre es un ser inadaptado
que necesita modificar su circunstancia material para poder vivir. El trabajo
humano mejora el mundo y el hombre trabajando se perfecciona a sí mismo. La
persona no se adapta al medio, sino que el medio lo adapta a él (a diferencia
de los animales). Altera el lugar donde habita. Es el único animal que habita
la tierra. Los demás animales simplemente viven en ella. Producir ya es algo.
Cuidar de un hogar es mucho más. El hogar es el lugar al que uno siempre
vuelve.
Tecnocracia es el poder de la técnica que, por si sola, aprisiona
al hombre. Es opuesto a comprenderle. La comprensión supone benevolencia, que
es decirle ¡sé tú mismo! El hombre es capaz de descubrir el sentido de las
cosas. También puede ser lo contrario (es decir, no benevolente). Alterar el
sentido de las cosas y despojarlas de su verdadero ser, lo llamamos
instrumentalismo. Disponer mal de las cosas o personas es reducirlas a puros
instrumentos. Utilizarlas sin benevolencia.
El instrumentalismo es una
exageración de la voluntad de poder. El instrumentalista sólo quiere medios
y se olvida de los fines. Convierte a los fines en medios (esclaviza a sus
empleados) y los medios en fines (ganar dinero a toda costa). Precisamente el
caso típico de instrumentalismo es la tecnocracia. Juzga al hombre por su
capacidad de producir y desorbita la importancia de la rentabilidad. Produce el
“homo Faber” y da origen a un fuerte materialismo. Antropológicamente son muy
similares : materialismo, tecnocracia, individualismo, instrumentalismo, “homo Faber”,
autoritarismo, etc. Todos ellos degradan la dignidad de la persona.
5.- La Ciencia, los Valores y la Verdad
La imaginación y la creatividad
son un factor de primera magnitud en el avance científico según Newton y
Einstein. Pero el avance no es neutral o aislado sino condicionado por la
visión del mundo y de la vida que tienen los que la llevan a cabo en su momento
histórico y con sus circunstancias determinadas. Existe una visión a priori que
establece los supuestos de que se parte, el método que usan para avanzar y el
modo de plantear los problemas. En suma, parten de una cultura concreta. Nunca
se parte de cero.
La conducta no admite un
tratamiento puramente científico. Las leyes científicas y técnicas son poco
humanas aunque puedan ser muy eficaces. En la conducta humana lo primero son
los fines y el sentido que da a las cosas la persona en cuestión. La ciencia
por sí sola no puede dar respuesta al problema del significado último de las
cosas. Existe un conocimiento previo imprescindible, ético, filosófico y
artístico que sí establece la finalidad. Pero las instituciones actuales y
desgraciadamente también la universidad no ofrecen a los estudiantes esos
valores últimos ni una visión clara ni correcta del hombre ni del mundo en que
le ha tocado vivir. Sin embargo, se trata de transmitir no sólo ciencia sino
principalmente cultura. El fin es lo primero que aparece y lo último que se
consigue. Es lo que provoca la puesta en marcha del hombre. Es el principio de
todas las acciones humanas. La excesiva preocupación por los buenos resultados
es una forma de instrumentalismo. Juzgarla sólo por los resultados es alienar
al hombre que la realiza; se da en sociedades muy tecnocráticas.
El conocimiento práctico se
diferencia del teórico en que tiene que atender a muchas circunstancias
imprevistas que puede tirar por tierra los planes teóricamente más perfectos.
Un racionalista o idealista cree que un plan perfecto teóricamente se cumplirá
al pie de la letra. Es falso. La razón práctica es una razón corregida, y quien
no rectifica es un terco o un teórico.
Los criterios previos antes de
actuar son un conjunto de valores (cultura). Son la verdad y el bien tomado en
concreto. Un valor es un criterio previo para la acción práctica concreta. Un
valor es el metro que nos dice lo que cada cosa significa e importa realmente
para nosotros. Valen por sí mismos. Se consideran buenos sin más. Todos
actuamos contando ya según unos valores predeterminados. Pueden ser muy
variados. Hay 3 fuentes de valores: 1) lo que está vigente en la sociedad, 2)
lo recibido en la educación, 3) lo descubierto por experiencia personal. Ese
conjunto origina una tabla de valores personal y propia que nos dice lo que
tiene importancia para nosotros. Lo que uno no está dispuesto a renunciar. No
todos son igualmente importantes: hay una jerarquía. Es importante preguntarse
qué valores se tiene. Los valores ponen en marcha los sentimientos
(desencadenan determinada reacción afectiva). Nos hacen sentir miedo o ira o
pasión o ternura. Cuanto más importantes, más los sentimos. No son neutrales ni
fríos. Se suelen materializar o encarnar en símbolos. (Banderas, música,
imágenes, fotos, ceremonias, colores...). Dan origen a modelos de conducta y
vida. Se transmiten a través de modelos vivos y reales. Puede estar encarnado
en un héroe o ídolo. Lo que es importante es que el modelo elegido valga la
pena.
El que no elige a nadie como
modelo se elige a sí mismo con pobre resultado. Por qué imitamos a unos y no a
otros tiene que ver con la educación y la libertad. Hoy día influencias
educativas muy grandes las tienen el cine, la TV y las redes sociales. Es una
experiencia fuerte el modelo que uno descubre, identifica y acepta como bueno.
Conmueve profundamente. Es el encuentro con la verdad de mi vida. Si constituye
una experiencia profunda y radical, pasa a formar parte de nosotros mismos.
Deja una huella indeleble. Lo profundo en el hombre es lo permanente. Y
viceversa. El encuentro con esos valores que encarnan para mí la verdad, me dotan
de inspiración y a partir de entonces, nada me es igual. Hay que vivir esa
verdad; no basta con conocerla. Existe una estrecha relación entre la verdad y
la libertad. La primera da sentido a la segunda. El sentido más alto de la
creación artística es la verdad encontrada. Toda vida humana (acompañada de una
gran gesta o no) tiene su origen en una verdad inspiradora. Sin coherencia o
autenticidad el encuentro con la verdad es débil y no llega a inspirar la
conducta. Hoy en lo teórico se admite una pluralidad de concepciones y en lo
práctico se sigue más bien el imperio del gusto. La verdad es auténtica cuando
la conducta es coherente con ella. Una civilización es poco coherente cuando
olvida el valor de los deberes y se interesa prioritariamente por la ciencia y
la técnica.
Pero ¿qué es la verdad? (ya lo preguntó Poncio Pilato). No es un
asunto evidente ni tranquilo. Por diferentes puntos de vista se han llevado a
cabo acciones heroicas, sacrificios, guerras, que han originado progreso,
hambre o miseria. La verdad sólo se incorpora al hombre si éste libremente la
acepta. Puede rechazarla. La importancia es enorme. No dejar que se diga la
verdad es la peor de las intolerancias sobre todo cuando se hace de manera
“tolerante”. “Lo que yo digo es verdad porque lo digo yo”. El que miente se
atribuye falsos poderes creadores.
6.- La Libertad
Atraviesa todos los actos. Sobre
todo los que nacen de la voluntad. La libertad tiene tres momentos: Deseo,
Deliberación y Elección. 5 usos de la voluntad o cinco modos de querer:
1) el
Deseo,
2) Elegir : aprobar o rechazar,
3) Dominio o Poder,
4) Voluntad Creadora : crear,
5) La más humana : Amar. La libertad permite adquirir la máxima
grandeza o la mayor degradación.
1) Libertad constitutiva. La más profunda. El espíritu que se posee
a sí mismo. Ningún cautiverio, prisión o castigo es capaz de suprimirla. Es
libertad interior. No es ausencia de barreras. Eso es una fantasía que lleva al
desarraigo y a la total desorientación. El hombre a priori tiene cuerpo,
nacimiento, historia, educación (síntesis pasiva). Es imposible partir de cero.
2) Libertad de elección. Inclinación en un determinado sentido
partiendo de la síntesis pasiva. Elige libremente según determinados valores.
La libertad es la adecuada gestión de las ganas. Las elecciones repetidas
provocan hábitos, que hacen a los hombres mejores o peores.
3) Desarrollo y crecimiento de la libertad.- Perfeccionamiento con
los hábitos.
Fortalecimiento. Virtud. Rendimiento positivo de la libertad.
Entrenamiento para lo arduo y lo valioso. Los actos al principio son
totalmente libres. Pero adquirido el hábito ya no lo son tanto. Por tanto, la
libertad crece o disminuye según cómo se use. A más fuerza, más libertad. La
realización de la libertad es el conjunto de decisión que va diseñando la
propia vida. Vivir es ejercer la capacidad de forjar proyectos; haga uno lo que
haga, se mejora o se empobrece. El hombre merece aspirar a cosas grandes. Uno
tiene que realizar sus propios ideales. Un proyecto vital propio libremente
decidido da autenticidad y sentido a la vida.
4) Libertad social entendida cómo liberación de la miseria y falta de
bienes económicos, jurídicos, culturales, políticos, morales o religiosos. Libertad
significa en primer lugar educación. Tener oportunidad para realizar los
propios proyectos para dar lo mejor de sí mismo. Es preciso luchar contra la
miseria, instaurar la justicia y la igualdad. Todos; especialmente políticos y
empresarios.
El uso de la libertad y la acción
modifican la situación. Es preciso aquí aludir a la autoridad y a la
responsabilidad. La autoridad por encima de la libertad es autoritarismo. El
autoritario no puede correr el riesgo de que la gente sea libre porque
actuarían mal. Es mejor evitar, según él, que se puedan equivocar. Desde la
tiranía déspota al paternalismo, todos ellos temen la libertad y se adueñan del
poder para evitar que los hombres sean malos. El autoritarismo más temido hoy
día es el fundamentalismo (Que separa la fe de la razón).
Es necesaria la libertad, la
autoridad y la responsabilidad. Las tres. La libertad es el artífice de la
creatividad, la iniciativa y el clima de confianza, por lo que es el motor de
la historia, la economía, la política, la ciencia y la sociedad entera.
Sólo puede progresar un individuo
o un pueblo libre. Si no hay libertad, todo se paraliza, decae la búsqueda de
la verdad, desaparece la iniciativa y la responsabilidad y sobrevienen nuevas
formas de miseria. Precisamente, la verdadera autoridad se fundamenta en dar
libertad para asegurar el progreso. Es más fácil el autoritarismo que la
autoridad ya que esta última exige diálogo. Ejercer la autoridad es un
aprendizaje difícil porque se debe convencer y tener confianza primero en uno
mismo y luego en los demás. La confianza potencia la creatividad, rendimiento y
motivación de las personas.
7.- La Felicidad y el Sentido de la Vida.
La vida lograda exige la plenitud
de desarrollo; la armonía del alma. La felicidad afecta primeramente al futuro.
El hombre es un ser abierto hacia adelante (“futurizo” decía Julián Marías). A
veces casi vale más la expectativa que la realización. La felicidad no es cosa
de placer, ni un estado, ni un hábito, sino una condición de la persona misma.
Nace de la conformidad interna entre lo que quiere y lo que vive. Se requiere
no tener la vida en hueco. La vida es una tarea. Es esperanza. Son
expectativas. Saber cuáles son los valores verdaderamente importantes. Se es
persona cuando se tiene saber teórico y capacidad práctica para dar respuesta a
tres preguntas: ¿Quién soy yo? ¿Por qué
estoy aquí? ¿Qué debo hacer?
El famoso “¡Carpe diem!”
significa: aprovecha el momento, disfruta el día. Es una apuesta por el
presente. No interesa el futuro; me traerá complicaciones, trabajo, vejez,
escasez. Debo disfrutar ahora todo lo que pueda. Volcado en el presente
buscando la gratificación instantánea. Compromiso, que significa vincular el
futuro de alguna forma, es complicación y no se acepta. Este es un
planteamiento incompleto de la vida. Es la lógica de los inmaduros,
irresponsables, egoístas y poco solidarios. Según esa lógica
¿Merece la pena ser justo? No, porque cuando trates de serlo sales perdiendo;
no aprovecharse del prójimo es una ingenuidad. Se establece la ley del más
fuerte que es un planteamiento degenerado y pernicioso.
8.- Relaciones. Grupos de Trabajo y Vida Social.
Las ideas son bienes que pueden
ser compartidos (lo material sólo puede ser repartido). Compartir bienes
espirituales, lejos de disminuir, aumentan (el saber, la responsabilidad, el
compromiso, la alegría, etc.). Compartir es señal de presencia de espíritu;
espiritualiza. Al contrario que repartir, que crea fácilmente división. La
mejor forma de compartir es el amor: Es suma de afectos (sentimientos) y
efectos (voluntad). El amor une. Es fuerza unitiva. Hay que cuidarlo y hacerle
crecer. Es tanto más duradero cuanto más lejos esté del interés y de la
utilidad. En la vida hay tanto de felicidad como haya de amor.
Para entender lo humano, es
imprescindible entender lo social. “El que no puede vivir en comunidad o es una
bestia o un dios”. Supone pasar del Individualismo al Equipo. La vida social y
por tanto la vida económica, cultural y política tiene que ver mucho con la
ética.
Las instituciones se desarrollan
humanamente cuando hay liderazgo. En el líder mandar y obedecer son
alternativos. Tanto uno como otro exigen poner en marcha la propia inteligencia
y voluntad para emitir o ejecutar la orden. Además, obedecer es mandar sobre la
tarea encomendada. La relación mando-obediencia es de doble dirección. La
comunicación une a los hombres. Exige responsabilidad mutua; de uno a otro.
Esto es lo que garantiza la iniciativa y la eficacia. El liderazgo se basa en
el diálogo, la inteligencia, la comunicación, persuasión, participación,
descentralización, autonomía, confianza, responsabilidad e iniciativa. Es el
modelo de autoridad más eficaz.
Una sociedad sin organización no
puede avanzar ni mejorar si las personas no pueden hacer suyas las tareas.
Aparece entonces la fuerza como medida de relación y la cultura del miedo. Se
enfrentan las voluntades y la autoridad basa su poder no en la razón sino en la
coacción (aunque no por fuerza tenga siempre que ser injusta). Desaparece la
iniciativa y la creatividad. Esta situación prolongada conduce a unos
resultados económicos desastrosos. Por tanto, es menester compartir las
razones. Que el otro obedezca en base a las mismas razones que el que mande.
Comunicación es tener en común. Compartir es señal de presencia de espíritu.
Sin comunicación una organización es un puro sistema impersonal, mostrenco,
como una máquina. Comunicar no es trasmitir información; es tener en común.
Todo individuo alcanza su plenitud cuando se integra y participa en la sociedad
o en la organización. Una organización que funciona bien tarda tiempo en
conseguirse, porque aunar inteligencias y voluntades es tarea lenta. Se
requiere normalmente hombres de carácter modélico e ideas claras a este
respecto. Los valores morales sólo se pueden enseñar cuando se comparten (se
realiza una tarea común). Uno tiene la obligación de trasmitir a la generación
siguiente el depósito tradicional recibido, incrementado por su propia
contribución.
El individualismo es una de las
patologías modernas de la libertad. Es egoísmo, que es un aprecio exagerado y
apasionado hacia la propia persona. Es una actitud y un sentimiento que induce
a cada profesional a aislarse de sus semejantes y mantenerse aparte con su
familia y sus amigos. Forma una pequeña sociedad a su servicio y abandona a su
suerte a la gran sociedad. Se considera autosuficiente y no necesita a los
demás. Cada uno tiene que arreglárselas por sí mismo, solo. Incurre en el
egoísmo fácilmente sin sentir ningún remordimiento. Se relaciona con los demás
mediante acuerdos y contratos asumidos y rescindidos libremente por uno u otro.
En el individualismo, toda
relación es contractual (incluso el matrimonio) y sólo está en vigor mientras
dure el pacto. Acentúa el capitalismo despiadado y la mentalidad burguesa. Se
desentiende de las consecuencias que a largo plazo producen las opciones
tomadas. Debilita la organización. Los vínculos entre las personas no son
naturales sino que nacen del temor o de la conveniencia y son un recorte a la
libertad, que se entiende pobremente como “ausencia de impedimentos externos”.
Confía en que se producirá por sí misma una armonía social, cosa imposible, ya
que las cosas humanas pueden ir bien o mal, pero nunca son mecánicas. La
armonía social no es espontánea. Se olvida de las desigualdades de las
situaciones humanas que exigen cooperación y solidaridad. El individualista
dice “ése es su problema”. Coopera sólo hasta donde su propio interés le dice
que compensa hacerlo para no verse perjudicado. A la larga deshace lo común
porque no cree en ello. (En el colectivismo todo es común, incluso lo que no se
puede compartir, como la propiedad).
Las organizaciones y empresas de
distintos tipos, en su aspecto positivo, han acarreado un extraordinario avance
de la ciencia, la tecnología, un enorme aumento del bienestar, un retroceso de
la miseria, sistemas de comunicación y producción avanzados y se han creado
unas posibilidades de desarrollo mucho más grandes que en el pasado.
Por el lado negativo, han creado
una sociedad profundamente despersonalizada, un sistema anónimo formado por
subsistemas anónimos, en el que el individuo no es reconocido como persona
singular y concreta. Así la sociedad hace al individuo y no al revés como
debería. La persona se convierte así en una mera función del sistema. Lo
importante es que la tarea se haga y no quién la hace, que no es nadie. Es un
excesivo funcionalismo con poco margen para la libertad personal. Eres alguien
en la medida que tienes un rol y no eres más que lo que ese rol te impone, como
conductor de autobús.
En individualismo también se
manifiesta por la fuerza autónoma de los sistemas. La sofisticación y alta
tecnología actual aumenta la complejidad abrumadoramente, con lo que se aumenta
la burocracia, y la fórmula para simplificar el sistema y hacerlo manejable, se
imposibilita, originando las vivencias de absurdos. Se hace cada vez más
preciso dotarlo de sentido humano para que funcione. Pero las personas valiosas
están alejadas de los centros de poder y se hace casi imposible la
comunicación. Si el subordinado tiene la oportunidad de hacer oír su voz, lo
que pretende entonces, como reacción, es imponer su cuota de poder. Se da la
lucha de los reinos de Taifa. Todo este anonimato y despersonalización diluye
por completo la responsabilidad y la gente se contenta con tener libertad
reducida al ámbito privado. Todo esto en el fondo produce un gran
debilitamiento de las organizaciones.
En una sociedad individualista
que impide el trabajo en equipo, los valores e ideales son sustituidos por el
consumo y el deseo de bienes materiales, convirtiéndose en una sociedad muy
materialista, sin convicciones y, en consecuencia, brutal y violenta. Es mucho
menos feliz de lo que quisiera. Porque el más feliz no es el que tiene mayor
poder o riqueza, sino el que hace la tarea más noble.
9.- Violencia, Ley y Derecho.
La ley del hombre es la medida de
la razón sobre sí mismo y los demás. Cuando se prescinde de ella, se torna
violento, irracional y se hace malo a sí mismo hasta grados difícilmente
sospechables. Violencia y fuerza bruta es la no - razón. Ante ello uno sólo
puede defenderse o llorar. Muchas veces, ambas cosas.
La energía y agresividad humana
si no se hace racional se vuelve violenta. La razón es tan radical como la
biología. Quien hace daño hace mal uso de la razón. La violencia es una
comunicación frustrada. Toda conducta agresiva hay que interpretarla como un
diálogo mal llevado. La persona violenta está manifestando un déficit de cariño
que quizá está tratando de remediar. Las estructuras sociales contemporáneas
fácilmente lo provocan al predominar el interés sobre el amor, la amistad o la
justicia. No es raro en nuestro ambiente que muchos piensen que el estado
natural del hombre es de guerra de todos contra todos. A eso conduce el
espíritu competitivo, el afán de victoria y el individualismo. Sin valentía y
fortaleza, actitudes necesarias, uno es débil por defecto y no se quiere
enfrentar al peligro y al mal. Todo derecho humano nace de la dignidad de la
persona individual y concreta, y es anterior a las leyes dictadas. Sin embargo
en la sociedad actual desgraciadamente no es así, y la moral va por una parte y
se deja como cuestión de conciencia personal.
La conclusión perversa es que
esto obliga a establecer como criterio de justicia la simple legalidad vigente,
olvidando que gobernar seres racionales exige hacerlo desde la razón. La
justicia debe ser algo al servicio de la razón, no de la legislación. Ética es
saber comportarse frente a las circunstancias cambiantes de la vida.
Una de las graves consecuencias
es la perversión de la autoridad, pues pocas cosas están tan elevadas como
llegar a disponer de la libertad de otros. Autoridad nadie la tiene por
nacimiento. No es natural sino adquirida. Nadie se la puede apropiar. De hecho
la tiene por que los otros se la otorgan. La libertad de otro es un bien
superior a cualquiera que un hombre pueda obtener por sí mismo. Ejercer
autoridad no es natural, tiene algo de sobrenatural. Es añadir una segunda vida
a la propia. Autoridad es dominio sobre hombres libres. Quien se empeña en que
sólo hay una forma posible de hacer bien las cosas, suele ser enemigo de la
libertad de los demás, ya que en la acción humana cabe una pluralidad de medios
buenos para alcanzar un fin bueno. Una ideología sólo admite un medio
determinado como válido para lograr un fin.
En el ejercicio de la autoridad,
es clave que el subordinado haga suyo el mandato. Al hacerlo suyo lo modifica y
seguramente lo mejorará, y en su diálogo con la autoridad lo mejora de nuevo. Así
la orden inicial se perfecciona e incorpora al mando al que obedece. Esto es
así si la relación entre ambos está presidida por la inteligencia.
Exige confianza, ya que querer
comprobarlo todo es imposible y conduce a la locura. La perspectiva para
comprender la extraordinaria profundidad y alcance que tiene que ejercer la
autoridad, que ya trató Platón, exige unos requisitos imprescindibles de excelencia
personal.
10.- Cultura.
Paideia, educación. Hombre culto u hombre cultivado es quien ordena
la inteligencia. Provoca interiorización y enriquecimiento mediante el
aprendizaje. Aprende y posee lo aprendido. Haber sido educado, tener
conocimientos, riqueza interior, mundo íntimo. El origen de la cultura es el
núcleo creativo, discursivo y afectivo de cada persona. Este cultivo primero es
hacia dentro y más tarde sale hacia fuera. Exige descubrimiento de la
interioridad y su cultivo. Tener espíritu cultivado es saber leer las obras
humanas y descubrir en ellas la riqueza escondida para el ignorante. Quien sabe
mucho del tema es el que mejor “lee” una escultura, una pintura, escucha una
partitura, etc., la cultura está depositada en obras exteriores y el hombre al
comprenderla, la hace suya y la incorpora. La manifestación y expresión externa
de una interioridad, es cultura. Comprende un conjunto muy amplio de
manifestaciones. Saber hablar, dar la bienvenida, tener gestos corteses es
cultura.
La mala educación es incultura. Siempre supone una materia a la que
se añade una forma que no tenía antes y que transmite un mensaje o un
significado. Es capacidad de revestir lo material, revestido así mismo de un
significado procedente de un mundo interior. Para interiorizar siempre es
preciso el silencio y una cierta soledad acompañada de estudio, reflexión,
contemplación, o de algún modo de diálogo interior. Dar forma a las cosas
incrementa el mundo natural y origina la creación de una obra expresiva de la
interioridad humana. Es una continuación de la naturaleza que señala cuál es el
espíritu del hombre.
Tiene una función simbólica. La
obra cultural remite más allá de sí misma. Las culturas son tan variadas como
la libertad. Cada hombre, cada pueblo, cada organización, imprime en sus obras
su propio sello, su estilo, su personalidad, su tiempo. Por tanto, la cultura
es variable e histórica. Sus dimensiones son:
a) Dimensión expresiva y comunicativa de la cultura: Para entender
de cultura es preciso no separarla de su autor, ya que expresa y comunica su
propio mundo interior. El espíritu que la hace nacer (la obra cultural) es
idéntico al del que la realizó. Toda obra cultural es la expresión de la verdad
vista subjetivamente por su autor. Si no es nuestra, llevará dentro una verdad
un tanto enigmática, difícil de comprender para nosotros. Exigirá tiempo y
esfuerzo y no lo conseguiremos del todo.
Una acción expresiva es el gesto
y la conducta representativos de la voluntad y sentimiento interior. El
lenguaje hablado es otra forma importante de manifestación cultural. También
las costumbres y ritos tienen valor simbólico.
b) Dimensión productiva: Se da forma a la materia. Materializar el
espíritu o espiritualizar la materia deja una huella y una forma añadida que va
más allá de sí misma al revestirla de significados y valores de los que antes
por sí sola carecía. La cultura de un pueblo expresa sus conocimientos,
sentimientos, ideas, valores, organización, roles y funciones. Supone trabajo y
producción. Pero no es sólo actividad y esfuerzo sino también cultura. La
organización, transformación y continuación del medio natural, en una palabra,
la mejora del mundo, es cultura. La obra cultural es continuación del que la
ejecuta. Al hombre le gusta crear y poseer lo creado y lo que representa.
Cuando no ama el trabajo porque es simple fatiga, cansancio, esfuerzo,
mercancía, dinero o si no pone nada de sí mismo, ahí no hay crecimiento
cultural. Cuando el hombre no puede llevar a cabo su obra en el trabajo, no
alcanza su plenitud. Está “culturalmente parado”, y moralmente es inaceptable.
Trabajar es un derecho porque es el cauce del desarrollo y la creatividad
humana.
El hombre no vive sólo para subsistir. Necesita perfeccionar el
mundo para poder así perfeccionarse a sí mismo. El despliegue de la
creatividad y la cultura supone que el trabajo es el camino de la realización
humana. Es esencial transformar el trabajo en algo más que lo puramente
práctico o tarea para la propia subsistencia. Antiguamente era algo servil,
instrumental y ceñido a la necesidad, por eso las tareas nobles eran la
política, la filosofía, la religión, la cultura y la guerra. El trabajo
ejercido con libertad pasa a ser la tarea central en la realización de todo
hombre. Tras el largo proceso de liberación de la miseria proletaria, ha pasado
a ser central la segunda y tercera finalidad del trabajo: el perfeccionamiento
del mundo y del propio hombre. Nunca antes en la historia había tenido el
trabajo un papel distribuidor tan decisivo en la vida humana. Todo ello
presupone una organización social y una mentalidad cultural basada en la libre
iniciativa y en la responsabilidad de las personas. En un profesional que
trabaja adecuadamente no es separable la dimensión técnica de la moral. Si se
suprime esta última, no se tiene consideración por la persona, trátese de un
abogado, enfermera, o vendedor.
Como el conjunto de tipos de
acciones productivas es portentoso (empresas, finanzas, TIC, sistemas,
transporte, infraestructuras, legislación, sanidad, justicia, ONG. derecho,
instituciones), es comprensible la tentación de explicar al hombre como una
mera función. Pero la clave y lo decisivo es siempre la persona.
c) Dimensión simbólica: Un símbolo es una imagen que evoca o alude
a un objeto ausente, diferente de él mismo. Símbolo es una imagen con sentido.
(Un león rampante es símbolo de valentía). Aparte de su propia significación
inmediata, sugiere otra más ideal que no se puede encarnar perfectamente. El
símbolo (una bandera) tiene un sentido porque trae a nosotros una realidad
ausente, pero de forma imperfecta. Trabaja la imaginación. Nos servimos de
ellos para expresar realidades que de momento no poseemos del todo. Necesitamos
símbolos para relacionarnos con lo ausente. Así es como materializamos lo espiritual.
Los sentimientos, valores, virtudes, son realidades inmateriales que se pueden
materializar en símbolos. Materializar lo espiritual o espiritualizar lo
material es típico del hombre. Nuestra conducta une constantemente lo sensible
y lo intelectual con lo material. Eso es crear cultura. Otra cosa distinta es
la magia: como confiar en poderes ocultos o creer que se van a lograr
resultados con poquísimo esfuerzo.
Arte es toda actividad humana
creadora de belleza. Por tanto, toda obra cultural es arte. Por un tratamiento
puramente científico de las acciones y de la vida humana, no se comprende su
sentido. Cuando esa racionalidad analítica (originada en el hemisferio cerebral
izquierdo) pretende erigirse en explicación única, no se entiende. La cultura
es manifestación y esperanza de diálogo; ingreso en un mundo común de bienes
compartidos. La comprensión cultural no es sólo una experiencia subjetiva, sino
es también entrar en diálogo con una obra y con su autor, así como con los
valores que expresa. Sin educación no es posible entender al artista.
d) Dimensión histórica. Educar
no es sólo transmitir conocimientos teóricos sino, sobre todo, modelos y
valores que guíen el conocimiento práctico y la acción y ayuden a adquirir
convicciones e ideales. Educar es la función por excelencia de toda autoridad.
No hay verdadera educación sin transmisión de cultura, es decir sin enseñanza y
asimilación de gestos, palabras, costumbres, obras de arte, de quienes nos han
precedido.
Educar es ayudar a cultivar el
mundo interior mediante la asimilación de la cultura que eleva al mundo de la
razón la mera fuerza. Educar es transmitir ideales por medio de una relación de
amistad. Es una relación interpersonal principalísima que exige cierta
autoridad. Ser educador exige formarse para aprender a ayudar. Educar implica
amor y diálogo; ambos a la vez. Educar es un arte. Y el artista hace siempre
piezas únicas. La técnica y la ciencia repiten. Educar exige personalización;
trabajo a medida.
11.- La Vida Económica.
La cultura antecede a la
economía; ésta es parte de aquélla. Siempre hay más necesidades que recursos.
El ser humano, a diferencia del resto de los animales, es radicalmente pobre.
Es esencial el principio económico de conseguir la máxima utilidad con el mínimo
gasto. El trabajo humano también multiplica los recursos. Interés y
benevolencia deben ser complementarios y no excluyentes. Instrumentalismo es la
pérdida del sentido natural de las cosas; lleva a detectar los medios y
tomarlos como fines. El beneficio económico exagerado es una forma de
instrumentalismo que empobrece a personas e instituciones. En una economía
sana, el beneficio monetario no es el fin último ni el criterio predominante de
la actividad económica. Una cosa es considerar la riqueza como abundancia de
dinero y otra muy distinta considerarla como el logro de un estado adecuado de
bienestar para vivir una vida digna de ser vivida.
Cuando la riqueza se considera
sólo como incremento de dinero, no existe bienestar ni una vida adecuada, aunque
se nade en abundancia de dinero. El horno crematístico es depredador, aplica la
ley del más fuerte e incurre fácilmente en corrupción. Es distinto ser pobre
que ser miserable; éste es esclavo de las necesidades humanas primordiales y
supone un estado de deshumanización. No hay cultura sin un cierto grado de
bienestar. Sin él, se impide la cultura, que es manifestación del espíritu. El
núcleo de la pobreza está en el desempleo de las capacidades humanas. Un pobre
es un ser humano infrautilizado, que no ha aprendido a usar sus facultades
inteligentes, a trabajar, a expresarse, a ejercer sus derechos. Está sin
oportunidades, sin bienestar. Aunque gane mucho dinero.
Por eso el grado de riqueza no lo
mide tanto la renta per cápita cuanto el grado de liberación de la capacidad
creativa de las personas. Realmente pobreza es incultura y un concepto al
margen del dinero. La era de la información ha dado paso a la era del
conocimiento que tiene su sede en la inteligencia y voluntad (razón) de las
personas. Una cultura consumista hace excesiva fuerza sobre el tener bienes
materiales y el imperio de los sentidos. Una cosa es escasez y otra distinta es
incultura. La verdadera riqueza está en el espíritu del hombre; ésta no es una
consideración espiritual sino crudamente económica. La mejor fuente de recursos
es una inteligencia creativa y una voluntad fuerte. El error cultural grave es
creer que el bienestar o la miseria son aspectos esencialmente materiales. La
raíz de la cuestión está sólo en la persona.
El ansia de dinero de la sociedad
de consumo arruina su espíritu. El hombre puede dar de modo benevolente
mientras se cuide de su propio interés. El mercado (compra y venta) es una
actividad verdaderamente humana en la medida en que transciende el puro
interés, como cualquier actividad humana realizada de forma inteligente. El
dinero juega un papel, pero también lo deben jugar otros elementos culturales
como el lenguaje, la comunicación, la satisfacción, la autoridad, la
responsabilidad, el servicio, el compromiso, la amabilidad, etc., propias de la
capacidad humana para actuar de modo racional y benevolente. El sentido inicial
de beneficio era bene-facere (hacer el bien). Hoy día el concepto se ha
empobrecido. El beneficio se entiende de forma egoísta y al margen de la
solidaridad, pasando su utilidad social a segundo plano. Así, el buen
empresario parece que es el que sabe asegurar el beneficio y tiene las entrañas
lo suficientemente duras para prescindir de lo demás cuando “no le quede más
remedio”. La empresa necesita beneficios. Pero si ése es el único patrón, se
sufre una distorsión al utilizar una única medida para juzgar los problemas.
Prescindir del bienestar de los demás es insolidario y éticamente rechazable.
Por tanto, el afán de riqueza
puede ser bueno o malo según como se entienda. Si el objetivo no es el
bienestar propio y ajeno como finalidad, se origina una gran cantidad de
desarmonías sociales, humanas e incluso económicas. El mercado no puede ser
sólo un dispositivo de compraventa. Debe ser una participación común con los
bienes materiales repartibles. El mercado debe conducir a un desarrollo ético
basado en la solidaridad y en valores humanos.
La empresa tiende a ser hoy un sistema de trabajo basado en la
responsabilidad, la eficacia y la iniciativa. Exige 5 cosas:
1) utilización de la mejor
tecnología,
2) alto nivel de preparación
profesional,
3) organización interna que
permita que la gente dé lo mejor de sí misma,
4) sistema de comunicación para coordinar, y
5) un esfuerzo de mantenimiento
de las variables anteriores.
El enemigo mayor del mercado es el tramposo que se quiere enriquecer
sin trabajar, haciendo embustes o aprovecharse de la situación. La ley del
más fuerte es una cosa incompatible con la rentabilidad. La empresa debe ser
una fuente de riqueza económica, cultural, humana y ética. Pero hay demasiadas
maneras de empeorar esas variables. El origen de la economía es la acción
humana libre y creadora. Quien olvida esto, lo ve sólo como pura materia
mecánica, impersonal, funcionalista. Desgraciadamente con frecuencia la vida
real dista de la ideal.
12.- La Ciudad y la Política.
La ciudad se caracteriza por el
anonimato, la masificación y la prisa. Cuenta la funcionalidad y rentabilidad
más que la habitabilidad. La desaforada importancia de la TV y las TIC. Ningún
aparato ni ordenador puede sustituir de verdad el contacto directo con la
realidad y el “cara a cara”. Cuando el individuo se deja colonizar por las TIC,
sustituye su vida real por la que le llega a través de la pantalla del tipo que
sea y se convierte en simple espectador. Si reduce su actividad genuina, se
refugia en un mundo irreal. Incluso el ocio libre y creador es anulado. Si hoy
sólo existe lo que vemos en la TV y redes sociales, lo demás se desconoce.
Todas las Tics se convierten así en agente de la cultura, decisivo y
empobrecedor. Las catástrofes y desastres se convierten en mera información;
algo lejano que a uno ni le afecta ni le implica. No es necesaria la
imaginación; es suficiente un “clip”. La información visual llega directamente,
sin barreras de protección, a la sensibilidad y afectividad y se fija
intensamente; posee un impacto súbito. Sin criterio propio, la realidad
ficticia coloniza la mente y lo ficticio pasa a ser real y ocupar la vida
propia y provocar dependencia. Acaba uno no distinguiendo lo verdadero de lo
falso, lo importante de lo secundario y aparece la indiferencia hacia la
verdad. Ése es exactamente el mito de la caverna de Platón.
Son medios y se acaban
convirtiendo en fines. Comunicación es un acto de relación interpersonal
dialogada en el que se comparte algo. Retórica es el arte de presentar la
verdad de modo convincente, aunque hoy día se entiende por retórica palabrería
hueca. Siempre nos andamos con rodeos ante la realidad. Y aunque nuestra realidad
desnuda sea brutal, debemos aceptarla y pactar con ella sin rechazarla.
Humanizarla. Acompañarla. La verdad, tal cual, es débil y menesterosa y hay que
presentarla bien vestida para que parezca lo que es realmente (retórica). El
lenguaje mueve a las gentes, crea estados de opinión. El lenguaje es poder.
Crea la realidad. Influye en los demás. Sofística es el arte de hacer verosímil
lo falso. Cuando se entiende la libertad como hacer lo que a uno le place, el
aumento de la maldad moral es inevitable. Nada, ni la política, ni la economía,
ni la autoridad se deben separar de la ética.
13.- El Tiempo de la Vida Humana.
El hombre ve su vida por
adelantado. Es capaz de anticiparse a lo venidero, proponerse metas futuras y
ordenar las cosas en relación con sus objetivos. Es un ser abierto al futuro,
capaz de proyectarse y de vivir la propia vida según ese proyecto. En realidad
no es que sea capaz; es algo que le es necesario. El futuro es un lugar hacia
el que nos dirigimos. Por eso existe la esperanza de crecer y de ser felices.
El momento, más que una unidad cronológica (cuánto dura) es una unidad vital y
biográfica; más que por momentos, una vida con sentido se vive por
acontecimientos, por cosas que nos pasan. Sólo el animal o el hombre primitivo
o no promocionado viven “por momentos”. El animal no tiene prisa. Vivir por
momentos es un modo patológico de vivir. Además, uno acaba siempre derrotado en
la lucha contra el tiempo.
Una cultura que instrumentaliza
al hombre tiene lugar cuando la velocidad afecta a los biorritmos naturales del
cuerpo y la psique. Supone un modo de trabajar agotador y basado en la prisa y
en una rapidez forzada para ser competitivo y poder así sobrevivir. Se trata de
“hacer curriculum” para demostrar lo mucho que uno ha hecho en poco tiempo. Ésa
es una forma actual de alienación que exige doping para poder aumentar
artificialmente la capacidad de rendimiento y que acaba en el estrés, divorcio,
agotamiento y tomando calmantes.
Una vez conocida la verdad y la
dignidad de la persona y la correcta orientación del trabajo, se impone la
tarea de la reorganización de la vida y un determinado tipo de conducta moral.
Es necesario, por ejemplo, el descanso; cuando duerme, el hombre confía en su
cuerpo para dejar de llevar sobre sí la carga de la propia vida.
Sobre ocio y trabajo, es
importante comenzar diciendo que no se puede estar ocioso sin haber trabajado
antes. Si se invierte este orden, aparece el trabajo sucio, la corrupción y las
trampas. Primero es lo serio; luego lo lúdico. Y ambas cosas son precisas, pero
en ese orden. El sentido clásico de ocio significaba desligarse de la necesidad
y del interés para elevarse libre y creadoramente al territorio de lo bello, lo
festivo y el arte, y encontrar ahí la plenitud humana. Hoy día significa “desenganche”,
“tiempo libre”, “diversión” y “entretenimiento”. La actitud adecuada hacia el
ocio no es de inactividad o pereza, sino la contemplación para reflexionar y
aprender con silencio y observación; poner el oído atento al ser de las cosas.
También supone incremento de la cultura al originar enriquecimiento del
espíritu y cultivo de la interioridad. Ocio era el concepto clásico de las
“artes liberales” contrapuestas a las “artes serviles” que sólo buscaban
utilidad. Lo ideal es vivir el trabajo como juego. Pero cuando en el trabajo la
cultura es opresora, en el ocio lo único que se quiere es un “escape”.
El verdadero ocio es leer buenos
libros, recrearse en obras de arte, cultivar algo la filosofía. Escuchar y leer
música, dándose cuenta de los sentimientos que despierta,... En una palabra,
vérselas con lo maravilloso, con lo digno de admiración, con lo no inmediato,
con el sentido último de las cosas, con las grandes verdades. La filosofía,
“amor a la sabiduría”, era en tiempos la actividad más “ociosa”. Cuando el fin
del ocio es la diversión, caemos en una forma de existencia no auténtica, en la
que huimos del aburrimiento y de nosotros mismos porque estamos vacíos:
buscamos la diversión para disipar el tedio. Quien no se interesa por nada ni
por nadie lógicamente se aburre y necesita divertirse, y se ve obligado a
buscar fuera lo que no tiene dentro.
El activismo externo o ausencia
de interioridad es trivialidad, superficialidad, intrascendencia, vivir
instalado en la superficie de la vida. No manifiesta nada íntimo; es máscara y
apariencia; incapacidad de dialogar, de darse a conocer, porque no hay nada que
dar a conocer. Por dentro hay un vacío, frivolidad y la vida en hueco. No vive
de razones sino de caprichos. Da importancia a lo que no tiene y no le da a lo
que la tiene. Desaparece la posibilidad de comprometerse. Es un ¡¡Carpe diem!! Pobre.
Es un espectador a la búsqueda siempre de espectáculo, incapaz de comunicarse
verdaderamente con los demás. Como la vida está poco integrada, la diversión es
remedio adormecedor y acaba buscando lo novedoso, alucinante y luego lo
anormal. Incluso el riesgo absurdo puede ser un placer (puenting). El saldo de
todo ello es la pérdida de felicidad, el malestar y la falta de sentido. La
educación es la domesticación y disciplina de las pasiones más bajas del alma...
pero formándolas e informándolas de modo artístico. Educar no es sermonear ni reprimir sino proporcionar una continuidad
natural entre lo que uno siente y lo que puede y debe llegar a ser.
14.- El Dolor. Los Límites del Hombre.
Es grande la tentación de afirmar
que “toda la vida es dolor” (Job) puesto que a la larga el fracaso es
insuperable. Sin embargo, la vida tiene sentido y el sufrimiento también. El
dolor no tiene la última palabra. Nuestro mensaje es optimista. El dolor existe
porque somos vivientes y es algo intrínseco a seres compuestos de materia
viviente. Si tratáramos de excluir el sufrimiento sería preciso suprimir la
vida misma. Ante las diversas especies de sufrimiento: tristeza, congoja,
ansiedad, angustia, temor, desesperación, etc., la reacción lógica es de huida.
La salud no es sólo una condición del cuerpo, sino de la persona entera; salud
implica estar libre también de males morales. Estamos en una cultura en la que
el sufrir tiene mala prensa. Hoy día el dolor es un disvalor. No parece haber
motivos para soportarlo sino medios técnicos para combatirlo. Es una cultura
que no quiere verlo: lo tapa, lo ignora, lo oculta, lo trivializa, lo quiere
sustituir por el placer. El sufrimiento es algo que no debe suceder; y quien lo
sufre se convierte en víctima.
La realidad es que quien se
sobrepone al dolor, sube más alto (se eleva por encima de sí mismo). Convierte
el hecho doloroso en una tarea: la de reorganizar la propia vida, contando con
esa dramática verdad. La enfermedad es dada como tarea, ante la que uno tiene
la responsabilidad de ver qué hace con ella. Es el banco de pruebas de la
existencia humana. Para un hombre frágil, no tiene sentido y le desmorona; al
fuerte le hace más fuerte. Uno no es libre para rechazar un sufrimiento
impuesto, pero sí es libre para adoptar una actitud positiva o negativa frente
a él. De hecho, la aceptación significa interiorización, crecimiento y
maduración. Educación. Le hace distinguir mejor entre lo verdaderamente
importante y lo que no lo es. Le purifica. Relativiza la importancia de
satisfacciones que creía irrenunciables. Nos dejamos de tonterías y nos
centramos en lo verdaderamente serio. El dolor eleva al hombre por encima de sí
mismo y le enseña a distanciarse de su deseo.
La persona que ha sufrido y asumido el sufrimiento tiene una
conciencia más real y profunda de sí mismo y de lo que le rodea y está vacunada
contra la insensatez. Es más dueña de sí misma. El sufrimiento para
tener sentido no puede ser un fin en sí mismo sino que tiene que ir más allá de
él. Debe trascenderse. Convertirse en sacrificio. Sólo el amor le puede dar
sentido. Pero eso depende del propio sentido que le demos a la vida. “Cuando el
hombre tiene un por qué vivir, soporta cualquier cómo” (Nietzsche). El triunfo
entendido como reconocimiento social pone al individuo en el peligro de confiar
demasiado en sus propias fuerzas y alejarlo de la realidad. Debe estar
equilibrado por fracasos bien sentidos. Por cierto, quien ama mucho, sufre
mucho; el dolor lo transforma en un acto de donación. Cuando el hombre actúa,
el fracaso es inevitable. Y el fracaso es doloroso. La vida es arriesgada. Es
necesaria la valentía y la fuerza para asumir el riesgo y enfrentarse a él,
dominándolo. La obsesión por la seguridad, que es una desazón íntima, es sólo
debilidad. El éxito y el fracaso nos maduran. Son algo muy relativo y ser libre
ante ellos presupone la aceptación previa de uno mismo, de la situación que le
ha tocado vivir y la de la tarea que debe desarrollar. Es liberador reírse del
propio éxito, fracaso, e incluso, de sí mismo. Uno debe atreverse a ser quien
es aunque para ello deba sufrir. En
suma: coherencia, libertad y madurez le permiten a uno superar su dolor y ser
digno de su sufrimiento.
Para un materialista sólo lo útil
es verdad. El hombre es sólo alguien que trabaja; que produce. Un cosechador de
éxitos que se mueve sólo por interés. No tiene núcleo interior espiritual.
Carece precisamente de lo que es humanamente distintivo. Por eso, el
materialismo es brutal con los débiles o los abandonados de la fortuna. Son un
estorbo y mejor que dejen de serlo o desaparezcan. Aquí se ha perdido la
racionalidad. Ante el sufrimiento, lo único que se le ocurre al materialista es
aplicar las técnicas para que desaparezca, evitarlo o prevenirlo. El aceptarlo
o darle un sentido, carece de significado para él. El hombre es responsable de
la mayor parte del sufrimiento que existe en el mundo y es tarea y responsabilidad
suya disminuirlo. De hecho, el hombre integral trata todas las cosas del mundo
con benevolencia y cuidado ; sean seres vivientes o no. Al obrar, respeta todo
como si fuera un fin; no un medio. Pero sobre todo, quien merece cuidado como
algo insustituible es la persona humana por ser digna en sí misma. Para cuidar
es preciso comprender. Sólo es posible eso cuando se ama. Estos son los únicos
remedios y, por cierto, son radicales. Nada quita más el miedo a alguien que la
compañía de otro. Cuando la relación jefe-colaborador se despersonaliza, el
Cliente que acude se enfrenta con una organización compleja, atendida por una
muchedumbre anónima y cambiante de profesionales que se limitan a cumplir su
función y para los que el Cliente es un extraño. En la institución hospitalaria
la relación médico - enfermo es especialmente importante. Estos encuentros
deben ser siempre personales. Si no, se pierde de vista al individuo como
persona. El mal moral no siempre duele. El ser humano es capaz de sentirse
satisfecho de sí mismo aunque sea un perfecto canalla. Muchas veces no somos
conscientes del mal moral que cometemos.
15.- El Destino y la Religión.
La humanidad encuentra en la religión una respuesta fiable y
consoladora a la cuestión del destino y de la muerte. La inteligencia se
caracteriza por su incapacidad para comprender la vida. Cuando sucede algo en
relación con la muerte cerca de nosotros mismos, nos resistimos a creerlo;
lo lógico y lo psicológico (inteligencia y corazón) trabaja uno en contra del
otro. Hay en el hombre un núcleo espiritual que no es destruido por la muerte,
sino que pervive más allá. Esto es fácil probarlo filosóficamente o
racionalmente, sin apoyarse en una creencia religiosa para ser tenido por
cierto. Muchas de las notas que definen a la persona y que son esenciales,
tienen un carácter espiritual, inmaterial. La propia capacidad de conocer la
verdad es estrictamente espiritual.
Lo natural y propio del hombre es alcanzar su fin, que es
perfeccionar al máximo su inteligencia y voluntad. Son la verdad (para la
razón) y el bien (para la voluntad). Luego lo natural en el hombre es alcanzar
la verdad y el bien. La desaparición de los valores religiosos de la escena
pública tiende a debilitar los valores morales de una sociedad. La pretensión
de una moral laica ha resultado ser un espejismo, porque corta las raíces de
las que brota el árbol del sentido moral. Cuando la moral es arrojada al ámbito
de lo privado faltan las fuerzas para crear una comunidad y mantenerla unida.
Dios ha dicho a cada piedra, árbol, pájaro y en especial a cada persona: “¡Es
bueno que tú existas y seas lo que eres!!”.
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