lunes, 22 de febrero de 2016

Hoy en la tarde,cuando iba a una reunión por ciertos proyectos,-que lamentablemente se postergó para otro día-.Me...

Posted by Nelson Alberto Torres Saavedra on lunes, 22 de febrero de 2016

sábado, 13 de febrero de 2016


Cinco consejos de un viejo periodista 


Abraham Santibáñez

Desde el año pasado, instado por los periodistas de la Región del Bio-Bío, me he dedicado a desarrollar algunos conceptos, en especial en torno a “el periodismo que queremos”.

Estos consejos aquí resumidos, corresponden a parte de un homenaje a la fallecida periodista Carmen Puelma con ocasión de la entrega del Premio que llevaba su nombre y durante años mantuvo la ACHS.
I.- La fuerza de la vocación. 

El periodismo no consiste solo en dar noticias sino en el ejercicio de la verdad sin concesiones, tal como asegura el maestro colombiano Javier Darío Restrepo. 

Lo dice con todas sus letras: Periodismo es “proporcionar información pública sobre hechos que conciernen a todos e indirectamente convocar a participar en las tareas de bien común. Además, previene sobre amenazas y peligros, señala el ejemplo de los buenos ciudadanos, pone en común los problemas y proyectos de la sociedad, difunde sus acciones y denuncia lo que está mal”. 

Guillermo Blanco lo planteó sumariamente: 
“Ser periodista es ser testigo activo de la vida”. 

Carmen Puelma –alumna de Guillermo en la U, Católica- compartía esta visión. 

Esa era su vocación, ese impulso que lo convence a uno de que lo que hace es lo mejor que puede hacer, que no se compara con ningún otro trabajo. “La profesión más hermosa del mundo”, la llamó Gabriel García Márquez. 

Incluye por cierto y no hay que engañarse, horarios irregulares, viajes imprevistos, dificultades familiares. El choque constante de intereses y preocupaciones marca permanentemente la vida de un periodista. 

II.- Identidad profesional 

Javier Darío Restrepo cree que con el paso del tiempo la identidad profesional del periodista se fue oscureciendo por muchas razones, principalmente por bien pagadas tentaciones como la publicidad, las relaciones públicas, la construcción de imágenes de candidatos, dirigentes empresariales, corporaciones, etc. 

“Fue necesario, dice, que apareciera Internet, y que se lo percibiera como una competencia para los medios tradicionales, para que el tema de la identidad se planteara con la misma crudeza de un asunto de vida o muerte. Si cualquiera puede relatar en su blog lo que está sucediendo, si un celular con cámara puede registrar imágenes de todo lo que ocurre, cualquiera puede ser periodista. 

“Ante este drástico planteamiento fue evidente que, o el periodista es una especie en vías de extinción porque cualquiera puede hacer lo que él venía haciendo, o es un profesional irreemplazable porque cumple unas tareas específicas que requieren una preparación y una identidad que lo definen”. 

Precisemos: la alternativa en este tiempo es entre los “noteros” y “opinólogos” (periodistas improvisados, a veces con aciertos noticiosos pero que muchas veces recogen seudo-informaciones o rumores y opiniones sin respaldo), y los periodistas-periodistas que creemos en el ejercicio responsable del deber informativo. 

Esta convicción nos obliga a ser incansables en el reporteo, ya se trate de una nota de vida social pedida como un favor por el editor o de un gran reportaje de investigación. 

Todo debe ser investigado con la misma pasión, el mismo detalle, los mismos cuidados. Con la paciencia de Woodward y Bernstein, los míticos reporteros del Caso Watergate: Hay que tener paciencia, ser perseverantes, seguir todas las pistas… 

III.- El valor de la libertad de expresión. 

El periodista-periodista es alguien que cree en la libertad de expresión. Sabe que no le pertenece en exclusividad porque es un derecho humano básico. Pero entiende que, por vocación y formación, está en una posición privilegiada cuando se trata de ayudar al resto de la comunidad a saber lo que ocurre, a ayudar a entender el contexto del panorama informativo y a contribuir a la toma de decisiones. 

Según la Corte Interamericana de Derechos Humanos, 
“La libertad de expresión es una piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática. Es indispensable para la formación de la opinión pública. Es también conditio sine qua non para que los partidos políticos, los sindicatos, las sociedades científicas y culturales, y en general, quienes deseen influir sobre la colectividad puedan desarrollarse plenamente. 

“Es, en fin, condición para que la comunidad, a la hora de ejercer sus opciones, esté suficientemente informada. Por ende, es posible afirmar que una sociedad que no está bien informada no es plenamente libre”. 
Aunque este principio se remonta largamente en el tiempo, desde mediados del siglo XX está consagrado internacionalmente en la "Declaración Universal de los Derechos Humanos": 

"Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión." 
Tan poderoso y compartido es este concepto que hoy figura en la mayoría de las constituciones del mundo, en nuestra Carta Fundamental y en la Ley de Prensa. 

IV.- Ética 

Por esta ruta se llega inevitablemente al tema de la ética profesional. 
La ética es inherente al ejercicio responsable del periodismo. Si yo entiendo de qué se trata mi profesión y estoy orgulloso de ella, entenderé que no basta con ser un simple “caza noticias”. 

El periodista-periodista se empeña en encontrar la verdad informativa para entregarla a sus lectores, radioescuchas, televidentes o seguidores en Internet. No cree, como decían algunos cínicos hace no mucho tiempo, que esa sea una tarea imposible. 

Por el contrario, como dice el Código de Ética del Colegio de Periodistas 
“En su quehacer profesional… se regirá por la veracidad como principio, entendida como una información responsable de los hechos”. 

Lo reitera el Consejo de Ética de los Medios de comunicación en un resumen de sus resoluciones: 
“Dentro de las limitaciones de la función informativa, el medio (de comunicación) deberá buscar la verdad y practicar la veracidad”. 

El periodista-periodista sabe que es posible hacer un esfuerzo permanente por aproximarse a la verdad, por escuchar los dos lados de una polémica. No es fácil. No siempre se tiene éxito, pero es un imperativo profesional. 

Este periodista respeta la dignidad de las personas, de todas las personas. Tanto de aquellos que son poderosos y famosos como de quienes no tienen recursos o, peor, han sido marginados de la vida en sociedad. 

Lamentablemente, como nos consta a todos, hay algunas deficiencias que se reiteran. 

Los mecanismos de autorregulación reciben todo el tiempo denuncias de personas que se sienten afectadas en su honor, honra y fama; que se alarman ante la desprotección de la vida íntima, la vida privada y la vida pública; o que están preocupadas por la falta de cuidado en la información, en especial de delitos contra menores o las agresiones sexuales. 

Esta realidad nos exige mayores cuidados. Un profesional responsable está consciente de los peligros y trata de evitarlos y –siempre- de rectificar oportunamente cualquier error. 

V.- Estética 

El periodismo bien hecho rechaza la fealdad. 

Por muy sórdidos que sean los temas que trata, el periodista debe tener el cuidado de no contaminarse. Muchas veces no hay espacio para la belleza y debemos aceptarlo. Pero cuando sea posible ¿por qué no salirse de los ripios, los lugares comunes, la redacción sin alma? 

El periodista Camilo Taufic, ya fallecido, anotó en su Manual de Ética comparada que “la corrección del lenguaje utilizado, su claridad y propiedad, son consustanciales al estilo periodístico que debe ser –a la vez- funcional a los fines informativos a los que sirve y, por lo tanto, ágil, preciso y sintético”. 

A mayor abundamiento, añadió una cita del Manual de Estilo del diario ABC: 
“La información se presentará con máxima objetividad, corrección, impersonalidad y amenidad”. 

Agrego yo que la confusión en una nota periodística por desconocimiento del significado de los términos o por ausencia de una buena explicación acerca del sentido de una expresión especializada, presta un mal servicio a la misión informativa. 

Son errores que desgraciadamente se producen con indeseable frecuencia por el apuro de la hora de cierre o por la falta de cuidado en la recopilación de los datos: nombres, lugares, situaciones específicas, etc. 

Cuidado, pues, con las imprecisiones. 

Pero no es lo único: además, el periodismo siempre debe ser atractivo, debe ser interesante, debe fascinar. 

Obviamente ello se logra con buenos temas, buen reporteo y una equilibrada y exhaustiva recopilación de antecedentes. 
Pero también requiere de buen estilo. Ello implica: 
• Claridad 
• Precisión 
• Naturalidad 
• Fluidez. 

El periodista, además, debe evitar las jergas especializadas, propias de las distintas profesiones u oficios. Al redactar, debe hacer, como Alone, un juego de malabarismo entre párrafos largos y frases cortas. 

El periodista no es un simple repetidor de declaraciones: las necesita en un reportaje, pero debe seleccionar, buscar lo más pertinente y representativo del pensamiento de su entrevistado, debe evitar repeticiones y aportar, como profesional, una redacción atractiva. 

Y debe recuperar el arte de la descripción, que se perdió en algún momento debido al surgimiento del culto de las imágenes, especialmente en televisión. 

No debe olvidar lo que sostenía Eduardo Solar Correa, que la descripción 
“Reproduce por medio del lenguaje los objetos visibles, de manera que la imagen de ellos quede impresa en la imaginación, aún más claramente que las palabras empleadas en significarlos”. 

En resumen... 
Para concluir -sin arrogancia y con mucho respeto- reitero estos cinco consejos: 

1. El periodista tiene vocación. Ama lo que hace y trata de hacerlo bien. 

2. El periodista está orgulloso de serlo. No es un sociólogo frustrado, ni un predicador desilusionado ni un médico incapaz de sanar cuerpos y almas. Es una persona que, con su trabajo, quiere contribuir a la salud de la comunidad. 

3. El periodista valora la libertad de expresión como una exigencia vital para la vida en sociedad.
4. El periodista tiene conciencia de su responsabilidad ética como la mejor defensa de la libertad de expresión.
5. El periodista cree que, aunque a veces deba informar sobre sórdidos problemas y lamentables flaquezas humanas y sociales, puede hacerlo sin contaminarse, con permanente sentido estético. 

Aunque no es un educador, entiende que su tarea lo obliga al mejor uso posible del idioma, a ser siempre preciso y a aprovechar plenamente toda su riqueza. 
(Febrero de 2016)

domingo, 7 de febrero de 2016

Dos textos de Darío en Chile

Rubén Darío trabajó como reportero en Chile y en Valparaíso apareció su libro "Azul", que marca el inicio del modernismo en las letras hispánicas. Estas son dos piezas que escribió en el puerto: una crónica y una carta.

Rubén darío escribió en el mercurio de valparaíso sobre el momotombo, un volcán que sigue activo en la actualidad.
I
Centro América es un país muy montañoso y lleno de volcanes. La naturaleza tiene sus lujos a veces, y he aquí que formó en el istmo centroamericano una tierra de lagos y de montes.
Todas las cinco repúblicas que componen aquella rica sección del nuevo mundo ostentan esa peculiaridad. La que no tiene lagos es la más cubierta de alturas y cordilleras, la República de Honduras, patria de Francisco Morazán, el Bolívar de aquellas naciones. La que, por el contrario, luce su Gran Lago y su Lago de Managua, entre otros inferiores, es la República de Nicaragua, patria de Miguel Larreinaga, viejecito que naciendo pobre en un villorrio cercano a la ciudad de León, a principios de este siglo, logró a fuerza de trabajo y estudio ser llamado sabio en la muy noble y muy leal Santiago de los Caballeros de Guatemala, en la cual capital su simulacro adorna el salón principal de la Universidad.
II
Guatemala, que es de los cinco estados el más grande en territorio y en población y el más adelantado, tiene dos volcanes notables: el de Fuego y el de Agua.
Este último es famoso por obra de la tradición. Cuéntase que doña Beatriz de la Cueva, esposa del adelantado don Pedro de Alvarado, pereció en la última erupción de dicho volcán que arruinó la Antigua.
El novelista guatemalteco don José Milla y Vidaurre aprovechó dicho asunto para una de sus más lindas obras, La hija del adelantado.
Milla, o Salomé Gil, como él se firmaba, ofrece muchos datos acerca del hecho histórico en referencia, y a su obra despachamos a los que deseen saciar su curiosidad, si alguna tienen a este respecto.
III
El Salvador es el lugar más volcánico de todos aquellos. Allí están el Santa Ana, el San Miguel y sobre todo el Tzalco. En la lengua de los aborígenes se llama San Salvador Cuscatlain, que quiere decir Valle de las hamacas. Calcúlese si serán vaivenes aquéllos en comarca famosa de antaño por sus terremotos.
La capital San Salvador ha sido destruida más de una vez por causa de ellos. Todavía puede el viajero notar las ruinas de los edificios derrumbados en la última catástrofe. Justamente es de advertirse el contraste que forman los musgosos restos de una antigua iglesia junto al Parque Central, uno de los más bonitos y elegantes paseos de la población.
A pocas horas de la capital, con un clima delicioso, con lindos alrededores y libre al menos hasta la fecha de temblores de tierra, se halla Santa Tecla o Nueva San Salvador, como han dado en llamarle. Se ha pensado varias ocasiones convertirla en capital; sin embargo, no se ha realizado la idea. Los valerosos hijos de la patria salvadoreña son testarudos y fuertes y no se les daría un ardite del mismo Vulcano con su Lípari y su Mongibelo. Para las revoluciones sísmicas tienen tanta altivez como, por desgracia, para otras que son harto fatales al progreso de aquellos pueblos. iQué se hace! Cuestión de honor.
¡Triste fama la de todos mis paisanos de Centro América: no poder pasarse unos cuantos años sin que no corra sangre de hermanos! En justicia y verdad hay que decir que los costarricenses son los más cuerdos.
IV
En Costa Rica, ahí donde los marinos del Abtao han hallado de seguro abrazos fraternales y han celebrado una de las fechas más santas para los chilenos, en Costa Rica, digo, alza su airosa cabeza el enorme Irazú, que inspiró en época no remota brillantes páginas al poeta español Fernando Velarde.
Los costarricenses no hacen memoria de grandes sufrimientos por causa de erupciones volcánicas. Últimamente se sintieron algunos fuertes estremecimientos en la provincia de Alajuela. Pero puede decirse sin temor a equivocación que el tranquilo suelo de aquella región no ha tenido la culpa. Esos gigantes nicaragüenses han sido los mal intencionados, y entre todos el anciano Momotombo, que ha querido demostrar que todavía tiene alientos para sacudir una ciudad y fracasar torres y arruinar sementeras y empobrecer a los trabajadores, el ingrato.
V
Como mayor en edad y en tamaño entre los volcanes de Nicaragua, Momotombo se lleva la primacía. Quien llegando al puerto de Corinto (en los mapas alemanes generalmente Realejo, nombre antiguo), tome el tren y sin detenerse en ninguna de las poblaciones intermediarias se dirija a Momotombo, a la orilla noroeste del lago de Managua, en lo primero que fijará la atención será en la imponente figura del cascado y crecido volcán. Es el más bello de todos los de Nicaragua; bello, con belleza salvaje y grandiosa. Es un inmenso cono, riscoso por un lado, calvo con derecho a serlo, pues hasta se ha perdido la cuenta de sus cumple-siglos; cubierto de vegetación exuberante y caprichosa en las faldas y arrullado por las tranquilas aguas que le besan los pies, dándole un perenne tributo de caricias y rumores.
Ni el Masaya ni el Ometepe, que en la isla de su nombre es el señor del gran lago; ni el Mombacho, que cercano a Granada proyecta su sombra gigantesca; ni el Coseguina, famoso en toda obra geológica de alguna importancia por su célebre última erupción; ni el Felicia, que hace tiempo no dice este cráter es mío; ni el Viejo, que a las veces, cuando rezonga, pone en cuidado a los chinandegueses, ninguno puede competir con el decano en cuestión. Vaya si es él hermoso para no tener noble y desmedido orgullo, viéndose, como dice Víctor Hugo, ¿formando a la tierra una tiara de sombra y de llama?.
A propósito el gran francés tuvo la humorada de dejar Etnas y Vesubios y Strombolis y escoger para tema de un canto de su gran poema La Zeyenda de los siglos, nuestro Momotombo, en medio de Nicaragua, lugar que todo un capitán Voyer confundía hace pocos días con el istmo de Panamá. Qué mucho, sin embargo, que el célebre pianista no conociese en el mapa aquella región, cuando el Benjamín de la Academia Francesa, conversando con la escritora argentina doña Juana Manso, no hallaba diferencia alguna entre el Brasil, la Argentina y el Uruguay.
Decía, pues, que avino que cayese en manos del poeta una obra de Squier acerca de Centro América, en que se hablaba de cierta tradición. Siendo del agrado de Hugo, la embelleció. Porque, como dice Teócrito, las musas lo embellecen todo.
VI
Este es el caso, que, puesto en versos de oro puede leerse en la Leyenda de los siglos con el título: Les raisons du Momotombo. Los reyes españoles, viendo que los continuos terremotos eran motivo de desgracias, quisieron remediar el mal haciendo bautizar los volcanes. Así rezan las crónicas.
Enviaron, pues, a aquellas desconocidas regiones gobernadas por el cacique Nicarso, junto con los capitanes que pusieron el pabellón hispano en aquel país, religiosos que predicaran el Evangelio. Estos comenzaron la tarea de bautizar a los rugidores idólatras.
Los frailes enviados con el piadoso objeto cumplieron su cometido con la mayor parte de ellos. Cuando llegaron donde nuestro viejo conocido fue el poner más sentidos y potencias en el Sacramento y manejar con más vigor el hisopo.
Momotombo rugió.
Se le impuso obediencia en nombre del Dios de los cristianos.
Momotombo lanzó su crachement de lave, como dice Hugo, y dijo a los frailes lo siguiente, poco más o menos: "Cuando yo veía a los indios de por acá hacer sus sacrificios y festividades a sus extraños dioses, sentía repugnancia por ellos y juzgaba que el Dios de los blancos debía de ser un dios de bondad. ¿Pero qué? De Lima me llega el olor repugnante de la carne quemada en hogueras inquisitoriales. En nombre de su Dios los blancos desuellan, asan y destruyen a sus hermanos. No quiero, pues, ser bautizado en nombre de un Dios como el vuestro. He dicho".
Y como los buenos religiosos quisieran sacrificarlo a pesar de los pesares, Momotombo los abrasó con los chorros candentes de su lava. Así "no retornaron".
Hasta aquí la tradición en prosa. El que quiera verla pulida y empavonada, busque el canto citado de la Leyenda de los siglos.
VII
A un lado del actual pueblo de Momotombo, llamado también Moabita y Puerto Benard, se miran aun los restos del antiguo León, fundado en 1523 por Francisco Fernández de Córdova.
"Campos de soledad, mustio collado" son ahora las calles de la vieja metrópoli.
Y ya que de acabar tengo en este párrafo, recordaré otro hecho histórico que tiene muchos ribetes y adornos de tradición fantaseada por los cronistas: la muerte del Obispo Valdivieso asesinado en la conjuración de los Contreras.
El mismo día, dicen, que fue muerto el pastor, el lago de Managua se agitó como un mar furioso y arremolinado; la inundación cundió y el castigo de la ciudad de los sacrílegos puso pavor y espanto en las tierras comarcanas.
Momotombo, pues, en el escalafón volcánico es militar de alto grado y no ha querido estar inadvertido por pacífico y quieto. Así es que el 11 de Octubre del año próximo pasado ha medio destruido el actual León y puesto en mal estado a Managua y Chinandega.
Por las últimas noticias que ha publicado El Mercurio se sabe que últimamente, apenas oscureció un tanto el día la erupción del Momotombo, quien tiene ya sin fuerza y sin calor sus entrañas de granito, palacio antiguo y de genio de alas encendidas. No viene mal aquí una epifonema: iOh, tiempo, tiempo, que blanqueas las cabezas y las cumbres, que pudres el tronco de la más robusta encina, apaga la lumbre de la más vivida estrella y dejas sin savia y sin calor el corazón del hombre y el seno profundo de la montaña!
Rubén Darío en el Mercurio de Valparaiso, 16 de Julio de 1886.
La erupción del Momotombo
Jorge Mejía peralta/creative commons
Momotombo, pues, en el escalafón volcánico es militar de alto grado y no ha querido estar inadvertido
por pacífico
y quieto.

Emprendo Biobio Cap. 10/2

miércoles, 3 de febrero de 2016

Qué es un elevator pitch y cómo prepararlo en 4 pasos.

A la hora de hacer networking el tiempo es un factor fundamental, por ello debes ser capaz de transmitir la idea de tu proyecto en el menor tiempo posible. ¿Sabes qué es un elevator pitch? Si quieres emprender y aprovechar el networking para impulsar tu proyecto, es importante que lo tengas bien preparado.
El elevator pitch toma su nombre de una supuesta situación en la que, en lo que dura un viaje en ascensor (menos de 2 minutos), debes despertar el interés de tu interlocutor por tu proyecto; ya sea un inversor, un cliente potencial o un posible colaborador. Debes tener claro que la finalidad no es vender sino generar interés sobre tu proyecto, lograr una entrevista o reunión para más adelante.
Jordi Argente, Presidente Fundador de la California – Spain Chamber of Commerce, y emprendedor en serie en Silicon Valley, nos explica qué es un elevator pitch en 30 segundos:


¿Cómo preparar un Elevator Pitch en 4 pasos?

El elevator pitch es una herramienta fundamental para realizar contactos para tu empresa o proyecto. Como vimos en el post de Qué es un elevator pitch, consiste en transmitir la idea de nuestro proyecto en lo que dura un viaje de ascensor, en menos de 2 minutos. Pero, ¿Cómo preparar un elevator pitch? Te presentamos cómo preparar un elevator pitch en 4 pasos:
1. Define tu proyecto:
Quién es tu público. ¿Quién va a utilizar tu producto?
Qué problema tiene. ¿Qué problema o necesidad latente vas a satisfacer?
Qué solución ofreces. ¿Cómo lo vas a satisfacer?

2. Responde a las preguntas más comunes:
Quién eres y tu experiencia. ¿De dónde vienes? ¿Por qué puedes llevar este proyecto al éxito?
¿Qué necesitas para triunfar?
Qué mercado hay. ¿Cómo de grande es el mercado al que te diriges?
Cuales son las posibles salidas para ti y para los inversores. ¿Cómo van a recuperar los inversos su dinero y cuando? (mediante una venta de la start-up a otra empresa mayor, recompra de acciones por parte del emprendedor…)

3. Deja bien claro qué te diferencia de los demás y qué tiene de atractivo tu proyecto.
¿Por qué van a invertir en ti y no en otro?
4. Explica tu modelo de negocio.
¿Cómo vas a ganar dinero?
¿Por qué va a ser un éxito?

Una vez tengas tu elevator pitch preparado llega la hora de ponerlo en práctica, aquí tienes algunos consejos para hacer un elevator pitch de éxito.
Es fundamental que no te extiendas demasiado, así que ensáyalo tantas veces como te haga falta para controlar el tiempo. Asegúrate de dar la información fundamental y despertar el interés. Prepara tu elevator pitch pero no lo memorices. No se trata de repetir un discurso escrito, sino de explicar tu proyecto y convencer, así que ten claras las ideas claves y la estructura, pero deja un pequeño margen para mostrar naturalidad.
No insistas demasiado ni seas pesado. Muchas veces los inversores no te darán un sí a la primera. Ten paciencia y si la respuesta es un no, busca otras opciones, analiza tu elevator pitch e intenta averiguar el por qué: ¿qué ha fallado? ¿has hecho bien tu presentación? ¿era el inversor adecuado para tu proyecto?
También es importante que tengas en cuenta qué cosas no hacer cuando presentas tu elevator pitch. Para empezar no intentes abrumar con cifras. No es el momento de entrar en detalles así que puedes dar alguna pincelada que consideres interesante pero sin abusar. Y por supuesto, no intentes adornar tu proyecto con cifras exageradas, ya que no parecerá creíble.