domingo, 27 de diciembre de 2015

consejos para dar una exitosa entrevista telefónica con un medio de comunicación

Los periodistas de medios impresos y de radio suelen realizar sus entrevistas por teléfono. Al momento de dar una entrevista de este tipo, los voceros de una empresa u organización deben considerar los siguientes tres consejos que los ayudarán a ejecutar de forma exitosa esta tarea:
1. Dar la entrevista en una sala de reuniones
En muchas ocasiones, los voceros optan por dar entrevistas telefónicas sentados en sus oficinas.  Aunque realizar una entrevista en el escritorio personal puede parecer una decisión lógica, hay que tener presente que este no es el mejor lugar para sostener una conversación libre de distracciones. Cuando una persona habla  por teléfono con un periodista  mientras está sentado en su puesto habitual de trabajo, existe un alto grado de probabilidad de que se desconcentre si, por ejemplo, recibe correos electrónicos, suena la segunda línea de su teléfono o si algún colega decide entrar a su oficina.
Tomando esto en consideración, es sumamente importante que el vocero salga de su oficina cuando realice una entrevista telefónica. El consejo es que busque un espacio neutral, como una sala de reuniones. La ubicación ideal es una pieza en la que sólo haya una mesa y un teléfono, pues esto evitará cualquier tipo de distracción.
2. Escribir los mensajes claves
Al desarrollar una entrevista telefónica, es una buena idea tener a mano tres tarjetas de notas en las que tengas escritas, con un tamaño de letra grande, cuáles son los mensajes claves. No es recomendable incluir mucho texto en estas tarjetas. Lo ideal es tener lo suficiente cómo para poder recordar cuáles son los tres puntos más importantes que se desean transmitir durante la entrevista.
3. Utilizar un auricular
Cuando sujetas el teléfono con una mano, es muy difícil gesticular. Cuando gesticulas, la voz tiende a adquirir mayor dinamismo y te permite expresarte de forma más energética y natural; tal como lo harías en una conversación cara a cara.  Es por esto que utilizar un auricular durante una entrevista es una buena idea.

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sábado, 26 de diciembre de 2015



Elihu Katz (1926-)
PERFIL BIOGRÁFICO Y ACADÉMICO


Sociólogo de la comunicación nacido en Estados Unidos en 1926. Estudió en la Universidad de Columbia, donde se doctoró. A los 29 años publicó su primer libro, como coautor con Paul Lazarsfeld, Personal influence: The part played by people in the flow of mass communications, en el que se analizaba las relaciones entre la comunicación de masa y la comunicación interpersonal. Trabajó dentro de la corriente difusionista, con aplicaciones destinadas a la transmisión de la innovación médica en Estados Unidos. A partir de los escritos del psicólogo social francés Gabriel Tarde, estudia el espacio público como ámbito de interacción entre medios, individuos y sociedad, así como los procesos de formación de la opinión y la acción. Es uno de los teóricos que estudia el fenómeno de los usos y gratificaciones de la comunicación de masas. 
Profesor de la Universidad de Chicago y de la Universidad Hebrea de Jerusalén y, más tarde, en las de Pennsylvania y Sur de California. En Israel, donde funda el Instituto de la Comunicación, focaliza buena parte de su investigación destinada a conocer la identidad cultural de los inmigrantes, al tiempo que participa activamente en el desarrollo de la televisión pública del Estado de Israel. En los años 70, junto a E.C. Wedell, de la Universidad de Manchester, trabaja en la introducción de la televisión en naciones del Tercer Mundo, a la vez que actúa como consultor de la BBC. En 1990 apareció su libro The Export of Meaning, en el que analiza las claves interculturales de recepción en el caso de la serie de televisión 'Dallas'. En 1992 publica, junto a Daniel Dayan, su libro de mayor alcance, traducido a numerosas lenguas, Media events (En lengua española: La historia en directo, Gustavo Gili, Barcelona, 1998).
Presidente de la Asociación Israelí de de Sociología (1976-1979). Premio McLuhan de la UNESCO y premio Burda. Doctor 'honoris causa' por las Universidades de Gante, Montreal, París y Haifa. Miembro de la American Academy of Arts and Sciences. Actualmente, es profesor emérito de Comunicación y Sociología en la Universidad de Jerusalén.
Bibliografía general: Personal influence: The part played by people in the flow of mass communications (con Lazarsfeld, Paul), Free Press, Glencoe, 1955; Medical innovation: A diffusion study, (con Herbert Menzel y James S. Coleman) Bobbs-Merrill Co., Indianapolis, 1966;The politics of community conflict: The fluoridation decision (con Robert L. Crain y Donald B. Rosenthal) Bobbs-Merrill, Indianapolis, 1969; Bureaucracy and the public: A reader in official-client relations (con Brenda Danet), New York: Basic Books, Nueva York, 1973; On the use of the concept of compatibility in research on the diffusion of innovation, Israel National Academy of Sciences and Humanities, Jerusalem, 1973; The Uses of mass communications: Current perspectives on gratifications research (con Blumler, Jay G), Sage Publications, Beverly Hills, 1974; The secularization of leisure: Culture and communication in Israel (con Gurevitch, Michael), Faber & Faber, Londres, 1976; The secularization of leisure: Culture and communication in Israel (con Gurevitch, Michael), Harvard University Press, Cambridge, 1976; Broadcasting in the Third World: Promise and performance (con Wedell, E. G), Harvard University Press, Cambridge, 1977; Social research on broadcasting, proposals for further development: A report to the British Broadcasting Corporation, Publicity & Information Dep., British Broadcasting Corporation, Londres, 1977; Mass media and social change (con Szecskîo, Tamás), Calif.: Sage Publications, Londres y Beverly Hills, 1981; The export of meaning: Cross-cultural readings of Dallas (con Liebes, Tamar), Oxford University Press, Nueva York, 1990; Jewish involvement of the baby boom generation: Interrogating the 1990 National Jewish population survey Jerusalem and New York (con Rimor, Mordechai), Louis Guttman Israel Institute of Applied Social Research, Nueva York, 1993; Beliefs, observances, and social interaction among Israeli Jews Jerusalem and New York (con Shlomit Levy y Hanna Levinsohn) Louis Guttman Israel Institute of Applied Social Research; Nueva York, 1993; Jews and Arabs in Israel: Common values and reciprocal images Jerusalem(con Shlomit Levy, Hanna Levinsohn y Majid al Haj) Louis Guttman Israel Institute of Applied Social Research, Nueva York, 1995; The Jewishness of Israelis: Responses to the Guttman report Albany (con Liebman, Charles S.), State University of New York Press, 1997; Media, ritual, and identity (con Tamara Liebes y James Curran) Routledge, Londres/Nueva York, 1998; Election Studies: What's Their Use? (con Yael Warshel), Westview Press, Boulder, Colorado, 2001; Canonic Texts in Media Research (ed.), Blackwell Pub, Cambridge, 2003.
PENSAMIENTO Y EXPRESIÓN CIENTÍFICA


En 1955 publicó con Paul Lazarsfeld Personal Influence: The part played by people in the flow of mass communications, fruto de una investigación en la que se reiteran y perfeccionan los mecanismos de análisis de la influencia de los medios sobre los líderes de opinión y sobre el conjunto de la opinión pública, hecha en una pequeña ciudad del Middle West norteamericano. Katz y Lazarsfeld rompen con los planteamientos precedentes y dar un valor limitado a la influencia de los medios. Los medios suelen confirmar o consolidar procesos de formación de criterios alcanzados en los entornos sociales de los individuos. Construye aquí su teoría del 'two-step flow of communications' o del 'doble flujo' acerca del proceso de influencia. Es el 'grupo primario' o grupo de liderazgo social un espacio determinante en la formación de opinión, ya que es él quien recibe y procesa la información de los medios e interactúa con ellos. En este grupo se produce una segunda mediación o proceso de influencia hacia el resto del público. Son los individuos aislados, no sujetos a la comunicación directa o indirecta con los líderes, los más frágiles ante los medios, ya que en ellos no se produce la cadena de mediación.







Katz planteó, a finales de los años 50, un nuevo enfoque en el análisis de los efectos, al mostrar la necesidad de analizar el uso de los medios por parte de las audiencias. Esto es, la adaptación gratificante que los individuos hacen del consumo de los medios, de acuerdo con sus intereses y el propio ambiente sociológico y psicológico en el que se mueven. Los medios se convierten así en instrumentos gratificantes de las necesidades sociales y psicológicas de las audiencias. Un cambio de enfoque que impulsó nuevos análisis empíricos sobre los usos mediáticos en diferentes segmentos y perfiles sociales, culturales y generacionales. En 1974, Katz editó con Jay G. Blumler The Uses of Mass Communication, una colección de trabajos en los que se abordan los usos y gratificaciones desde la nueva óptica del que se había convertido en medio masivo por excelencia: la televisión.


Paul F. Lazarsfeld (1901-1976)
PERFIL BIOGRÁFICO Y ACADÉMICO


Nació en Viena, Austria, en 1901. Estudió en la Universidad de Viena, donde se doctoró en Matemáticas aplicadas y Física con una tesis sobre los aspectos matemáticos de la teoría de Einstein. Frecuentó a los intelectuales del 'círculo de Viena', entre los que figuraban Otto Neurath y Rudolf Carnap. En 1929 fundó el Instituto de Investigación Aplicada en Psicología Social de Austria. Con una beca Rockefeller viajó a Estados Unidos en 1933 y trabajó en la Universidad de Princenton como director de la Office of Radio Research. Más tarde, en 1936, dirigió el Research Center de la Universidad de Newark, New Jersey. En 1940 se trasladó a la neoyorquina Universidad de Columbia, en cuyo Departamento de Sociología trabajó treinta años y donde fundo y dirigió el Bureau of Applied Social Research (1941). Durante un largo período permaneció muy próximo a los teóricos de la Escuela de Francfort en Estados Unidos. En la Universidad de Columbia mantuvo una estrecha relación con Robert Merton, con quien escribió el artículo 'Mass Communication, Popular Taste and Organized Social Action'. 
Murió en Nueva York en 1976. 
Entre sus trabajos más conocidos, The People's Choice. How the Voter Makes Up his Mind in the Presidential Campaing (1944), Radio Listening In America (1948),Voting (1954), Personal Infuence, con E. Katz (1955).
En lengua española: El pueblo elige. Cómo decide el pueblo en una campaña electoral (con Berelson y Gaudet), Ediciones 3, Buenos Aires, 1962; La sociología y el cambio social, Paidós, Buenos Aires, 1971; La Influencia personal(con E. Katz), Hispano-Europea, Barcelona, 1979.
PENSAMIENTO Y EXPRESIÓN CIENTÍFICA


Sociólogo y comunicólogo austriaco que pasa por ser uno de los fundadores del análisis sociológico norteamericano sobre los medios y, de forma especial, sus efectos en la formación de la opinión pública. La evaluación de la recepción se hace a partir de una consideración segmentada de las audiencias y no como un todo uniforme, como las habían observado anteriores analistas.
Uno de los primeros estudios de Lazarsfeld, en 1940, versó sobre la influencia de los medios en las prácticas electorales en el Condado de Erie, Ohio, durante la campaña presidencial, en colaboración con otros prestigiosos investigadores de la sección de Investigación Social Aplicada en la Universidad de Columbia, Bernard Berelson y Hazle Gaudet. Los resultados se publicaron en el libro The People's Choice es, sin duda, el primer gran estudio sistemático sobre las claves de la formación y evolución de la conducta electoral a lo largo de los siete meses previos a los comicios presidenciales, empleando paneles demoscópicos de consulta sucesiva muy amplios y estratificados. En el estudio se relaciona la personalidad de los votantes, su formación y criterio y la influencia de los medios en la toma de decisión. 
Estudió de forma preferente el medio radio y los mecanismos de influencia social del medio, mediante un trabajo empírico que le permitió relacionar nivel de formación de la audiencia e influencia de la radio. Si bien el medio radio fue el más ampliamente estudiado por Lazarsfeld, conoció la transición hacia la implantación de la televisión como medio masivo, así como los cambios de en las prácticas comunicativas de las audiencias.
Aunque en el pensamiento de Lazarsfeld hay referencia a la potencial influencia negativa de los medios y a su control por intereses ajenos a los valores del lo público, su trabajo relevante está basado en la investigación cuantitativa, mediante el empleo de las encuestas de opinión.





En 1955 publicó con E. Katz Personal Influence: The part played by people in the flow of man communications, fruto de una investigación en la que se reiteran y perfeccionan los mecanismos de análisis de la influencia de los medios sobre los líderes de opinión y sobre el conjunto de la opinión pública, hecha en una pequeña ciudad del Middle West norteamericano. Katz y Lazarsfeld rompen con los planteamientos precedentes y dar un valor limitado a la influencia de los medios. Los medios suelen confirmar o consolidar procesos de formación de criterios alcanzados en los entornos sociales de los individuos. Construye aquí su teoría del 'two-step flow of communications' o del 'doble flujo' acerca del proceso de influencia. Es el 'grupo primario' o grupo de liderazgo social un espacio determinante en la formación de opinión, ya que es él quien recibe y procesa la información de los medios y interactúa con ellos. En este grupo se produce una segunda mediación o proceso de influencia hacia el resto del público. Son los individuos aislados, no sujetos a la comunicación directa o indirecta con los líderes, los más frágiles ante los medios, ya que en ellos no se produce la cadena de mediación.
Las críticas a su trabajo, por el carácter empírico dominante le enfrentaron a otros planteamientos teóricos y le alejaron del núcleo de Francfort y de las corrientes críticas del pensamiento norteamericano y europeo, que le acusaron de contradicción entre un pensamiento político progresista y su práctica investigadora al servicio de corporaciones mercantiles e institucionales.


Daniel Lerner (1917-1980)
PERFIL BIOGRÁFICO Y ACADÉMICO


Sociólogo norteamericano. Trabajó en las investigaciones sobre propaganda e información durante la Segunda Guerra Mundial, también en el Center for International Studies (CENIS) del MIT. Su espacio académico está asociado al de los fundadores de la investigación en comunicación en Estados Unidos, participando en diversas publicaciones con Lasswell, Schramm, etc. En uno de sus primeros libros, también el más célebre, The Passing of Traditional Society: Modernising the Middle East, desarrolla la teoría de la modernización, después de un trabajo de campo en el que fue apoyado desde la Universidad de Columbia por Paul Lazarsfeld y Robert Merton. Impartió docencia en la Universidad de Columbia, Stanford y en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). 
Lerner sostiene que es posible crear una experiencia de desarrollo en innovación a través de los nuevos medios, especialmente mediante el uso de la televisión. Las bases modernizadoras parten de los estudios acerca de la propaganda, en los que participó durante la Segunda Guerra Mundial, y de la posibilidad de una proyección positiva de estímulos y transmisión de conocimiento capaz de remover los estados psicológicos y culturales del subdesarrollo. Esto es, crear una empatía en las poblaciones de territorios deprimidos, a través de los medios, con la modernidad de las sociedades más avanzadas. Más allá del efecto manipulador de la propaganda, Lerner reasigna a la comunicación un papel determinante en la modernización. La acción de los medios, junto con la educación y la urbanización, se convertían en los factores dinámicos de la transformación de las sociedades atrasadas, cuya proyección no sólo miraba la mejora económica sino el camino de la democracia. Siguiendo las teorías de las etapas del crecimiento de Rostow, venía manteniendo que la acción de los medios podía actuar de catalizador para acortar las fases y crear el ambiente favorable que asocie la modernización a la idea de un cambio necesario.
Las reflexiones de Lerner se encuadran dentro de la llamada corriente ‘difusionista’, de la que también participan Wilbur Schramm y Everett Rogers, que ha sido considerada como el germen teórico de la comunicación para el desarrollo.
Entre sus libros: Sykewar, Psychological Warfare against Germany, Nueva York, 1949; Propaganda in War and Crisis, Nueva York, 1951; The Passing of Traditional Society: Modernising the Middle East, The Free Press, Nueva York, 1958; European Community and Atlantic security in the world arena, Center for International Studies, The MIT Press, Cambridge, 1961; Parts and Wholes: They Hayden Colloquium on Scientific Method and Concept (ed.), Free Press, Nueva York, 1963; World Revolutionary Elites: Studies in Coercive Ideological Movements (con Harold Lasswell), MA: The MIT Press, Cambridge, 1966; Psychological warfare against Nazi Germany: The Sykewar campaign, D-Day to VE-Day(con Crossman, R.H.S.), MIT Press, Cambridge, 1971;Communication and Change in Developing Countries; the last 10 years and next (con Wilbur Schramm), University Press of Hawaii, Honolulu, 1976; Propaganda and Communication in World History (con Harold D. Lasswell y Hans Speier), 3 vols., University Press of Hawaii, Honolulu, 1979-1980.
LA EVOLUCIÓN DEVIENE IDEA GENERAL

GEORGE HERBERT MEAD

Pasando como lo hemos hecho de Kant al idealismo romántico, procedemos desde una concepción de formas estáticas que están originalmente dadas, y que sirve como la entera base de la filosofía trascendental de Kant, hacia un proceso, un proceso evolutivo. Kant concebía las formas básicas del mundo como si estuvieran dadas en el carácter de la propia mente. Las formas de espacio y tiempo –dadas en la sensibilidad; las formas del entendimiento –dadas en las categorías; y las formas de la razón, están todas allí precediendo a la experiencia. Si el objeto, como tal, emerge en la doctrina de Kant, es a causa del pasaje de ciertos contenidos de la sensibilidad por dentro de esas formas. Eso es lo que hace de él un objeto. No es un objeto para nuestra experiencia cognitiva, a menos que posea estas formas que le dan su realidad. La propia experiencia sensoria, a menos que adquiera alguna forma, no posee sentido, ni realidad; no puede ser conocida excepto en la medida en que las experiencias posean alguna forma. Y en la doctrina kantiana, la forma está dada de antemano.
Esto es lo que Kant expresó como “lógica transcendental”, significando el término “transcendental” la preexistencia lógica de la forma del objeto. Este concepto, como pueden ver, pertenece a los días preevolucionistas. La preexistencia lógica de la forma respecto al objeto no puede ser planteada en términos de proceso; por
consiguiente, cae fuera de las ideas evolucionistas. Para que pueda existir un objeto aquí, Kant, contra los empiristas, dice que la forma debe estar ahí originariamente, de antemano. Esto obliga a mostrar cómo un objeto puede emerger de la mera asociación de diferentes estados de conciencia. Kant insiste en que, para que pueda existir un objeto aquí, aquí debe estar la forma de antemano.
Pero los idealistas románticos cambian todo esto. Para ellos, la forma aparece en el propio proceso de experiencia, en el proceso de superar antinomias, de superar obstáculos. Nosotros somos responsables de las formas. En otras palabras, tenemos, en la experiencia, no el flujo de los caracteres de nuestra sensibilidad –colores, sonidos, sabores, olores- dentro de ciertas formas fijas, sino un proceso de experiencia en el cual estas propias formas emergen. La lógica, tal como la conciben los románticos, era un asunto dinámico, no estático –no simplemente el mapeo de juicios que podemos hacer gracias a las formas que la mente posee, sino un proceso dentro del cual tales formas aparecen.
El proceso de la experiencia, de acuerdo con estos idealistas, crea sus propias formas. Ahora bien, esto suena muy abstruso, sin duda; pero si llamo su atención sobre ello es porque no se trata de otra cosa que de un planteamiento abstracto del principio de la evolución. Estos románticos idealistas están emprendiendo, en el terreno de la especulación filosófica, lo mismo que Darwin y Lamarck están emprendiendo en el campo de los fenómenos orgánicos, en el mismo período. Lo que estaban diciendo los románticos idealistas, y Hegel en particular, era que el mundo evoluciona, que la realidad misma está en proceso de evolución. Esto era un punto de vista diferente del que caracterizó a la ciencia del Renacimiento de la que he hablado antes. Esta ciencia del Renacimiento echó a andar con el elemento más simple que pudo.  Echó a andar con masa y movimiento. Y Newton definió “masa”, inicialmente, como una cantidad de materia; pero como esto implicaba una concepción de la densidad, y no había modo de decir cuán densa era su materia, tuvo que buscar otra definición. Y la encontró bajo forma de inercia, esto es, la respuesta que un cuerpo ofrece a un cambio de estado, tanto en reposo como en movimiento. Si ustedes quieren medir la masa de un cuerpo, su medida es inercia. Observan cuánta fuerza es necesaria para moverlo, etcétera.
Y de esa manera miden su masa, de modo que esta masa es realmente medida como aceleraciones, es decir, aceleraciones que ustedes añaden a los movimientos de un cuerpo. Volvemos a estas simples concepciones de masa y movimiento; pero realmente definimos la masa como ciertas formas de movimiento, es decir, velocidades y aceleraciones. Con estas sencillas concepciones los físicos emprenden la construcción de una teoría del mundo. Newton da las simples leyes de masa y movimiento, y entonces, a base de matemáticas, produce una entera mecánica, que en corto tiempo llegó a ser la teoría clásica del mundo físico. En la base de esta teoría física, hay exactamente tanto movimiento; hay exactamente tanta masa; hay exactamente tanta energía en el universo. Cuando el sistema estuvo completamente desarrollado, como lo fue en el siglo XIX, los principios de la conservación de la energía fueron añadidos a los de Newton, aunque de todos modos estaban ya implicados en su sistema.
Ahora bien, un mundo como éste está constituido simplemente por partículas físicas en incesante movimiento. Eso es todo cuanto existe. Hablamos de los diferentes objetos alrededor de nosotros –árboles, casas, ríos, montañas- todos variados, todos parte de la infinita variedad de la naturaleza –pero todo cuanto la ciencia hace es fragmentarlos en partículas físicas últimas, moléculas, átomos, electrones y protones. El objeto nada es sino cúmulos de aquéllas; y, como ya ha sido dicho, las relaciones entre las partículas de un objeto y las de otro objeto son exactamente tan importantes como las relaciones encontradas entre partículas dentro de cada objeto singular en sí mismo. Para ustedes, el árbol es algo que existe por sí mismo. Cuando ha sido talado, es tanta madera. El tocón continúa existiendo como una cosa por sí mismo. Y, sin embargo, desde el punto de vista de la ciencia mecánica, las relaciones entre átomos y electrones en el tocón del árbol con las que están en la estrella Sirio es exactamente tan real como la relación existente entre los electrones en el tronco del árbol. El tronco no es un objeto en virtud de la definición física que ustedes dan de él. Cada campo de fuerza que rodea a cada electrón está relacionado con cualquier otro campo de fuerza en el entero universo. Recortamos nuestros objetos a partir de este mundo. El mundo mecánico se reduce a una masa de partículas simples en incesante movimiento. Todo lo que en semejante mundo puede ser referido como teniendo algún proceso en sí mismo, es lo que queda representado por el término “entropía”.
Cuando aparecieron las máquinas de vapor, hubo quien intentara de producir una teoría para ellas. Y un francés, Sadi Carnot, tuvo la feliz idea de pensar en el calor como responsable por la formación de vapor, al correr cuesta abajo a través de diferentes niveles de temperatura. Cuando el vapor estaba caliente, su poder expansivo era grande; luego, al perder calor, perdía su poder expansivo.
Al bajar la pendiente de la temperatura, perdía su poder. Por supuesto, la energía no se ha perdido en el universo. Simplemente ha sido despachada a otros objetos del entorno. Entonces, Carnot estuvo en condiciones de elaborar una teoría de las máquinas de vapor articulada en este conocimiento de la energía bajando la cuesta de la temperatura. Se coloca el vástago del pistón en esta corriente, y hará trabajar la máquina; pero cuando llega al fondo, no puede trabajar más. El agua que ya ha pasado no hace girar el molino. Bien, entonces muestra una imagen del universo entero como un cúmulo de átomos sometidos al tipo de movimiento llamado calor. Cuando algo se pone en marcha, sabemos que se consume energía por fricción, de un modo u otro, y que esto produce calor. El universo entero parece estar deslizándose cuesta abajo hacia un estado en el cual este impulso estará parejamente distribuido por todo el universo. Toda manifestación de energía de que se das en altos niveles, por así decirlo; pero, dado un tiempo suficiente, en el curso de millones de años, todo será allanado y las partículas estarán en un estado de tersa quietud, con una ligera, quiescente moción de tipo browniano distribuida a través del entero universo. Tal es la concepción de la entropía. He aquí la meta del universo, si es que tiene alguna, cuando haya alguna especie de energía parejamente distribuida por todas partes. Podemos dar gracias porque no existiremos en ese momento. Por supuesto, no es posible que existamos allí en ningún sentido imaginable. Esta concepción mecánica que ofrece la ciencia no tiene futuro —o tiene uno realmente oscuro, en el mejor de los casos. No oscuro en el sentido de catastrófico, lo que sería siempre excitante; sino oscuro en la real monotonía de la imagen. La concepción de la entropía es cualquier cosa menos excitante. Un universo semejante puede responder únicamente a un infinito sentido de aburrimiento.
La concepción científica, la concepción mecánica del mundo no parece ser de las que dan alguna explicación de la forma de las cosas. Como ya he dicho, la ciencia no justifica que tomemos un árbol, una planta, un animal o una casa como objetos separados por sí mismos. Como sabemos, desde el punto de vista científico, no hay diferencia entre vida y muerte –simplemente un desplazamiento de energía. Desde el punto de vista científico, las formas de las cosas carecen de significado real. Por supuesto, si uno parte de algo, dada una cierta forma, se puede usar técnicas científicas para analizarlo; pero la abstracta ciencia mecánica, a la cual Newton dio forma, no dará cuenta de ningún objeto, no dará razones para aceptar un objeto más que otro.
Fue Kant quien dio el primer paso hacia una teoría de los cuerpos celestes. Estaba muy dedicado a la ciencia mecánica de su época; pero su imaginación lo llevó un paso más adelante, y trató de concebir cómo la forma presente de los cielos podía haber surgido de las formas precedentes. Su aserto encontró realmente formulación científica en la concepción de Laplace del sistema solar como una gran nebulosa, intensamente caliente en el comienzo y que gradualmente tendería a enfriarse. Kant hubo de suponer una nebulosa en rotación que gradualmente se enfrió y resultó en una serie de anillos moviéndose alrededor del centro a medida que se condensaban, desarrollándose gradualmente en un sistema de cuerpos de forma inespecífica. La velocidad en el exterior del sistema debería mantenerlos en movimiento alrededor del centro, y a partir de estos anillos podrían haber aparecido los planetas. Esta es la sugerencia que Laplace tomó de Kant y convirtió en una explicación de cómo el sistema solar surgió. Este fue el primer paso hacia una teoría de la evolución de los cielos.
Pero lo que ahora deseo presentar es algo diferente de esta imagen que la ciencia mecánica da del universo. Es una tentativa de enunciar un objeto con cierta forma y mostrar cómo esta forma puede emerger. Pensándolo bien, este es el título del libro de Darwin, El origen de las especies, no siendo “especies” otra cosa que la palabra latina equivalente a forma. ¿Cuál es el origen de las formas de estas cosas? La ciencia mecánica no ofrece explicación alguna de ello. En todo caso, desde el punto de vista de la ciencia mecánica, la forma carece de significado. Todo lo que esta ciencia dice acerca de una forma determinada es que al referirse a cierto objeto ustedes están aislando un cierto grupo de partículas físicas, separándolas en sí mismas. En realidad, ellas están en relación con todas las partículas físicas. Pero el universo que conocemos es más que partículas. Es un universo de formas. Entonces, la pregunta es: ¿de dónde provienen estas formas? Algunas de las formas principales, dice Kant, provienen de la mera estructura de nuestras mentes. La teología de la época dice que las formas de animales y plantas se remontan a un fíat creativo de Dios. Él dio a la tierra su forma y a todos los cuerpos astrales sus formas y sus movimientos, así como a las plantas y a los animales. Y éste, por cierto, fue el punto desde donde las ciencias descriptivas de la época –biología, botánica y zoología– partieron. Ellas dieron por supuestas especies de plantas y animales que habían sido creadas por Dios cuando él hizo la Tierra.
Lo que Darwin se empeñó en mostrar fue que algunas de estas formas deben, razonablemente, haber aparecido a través de procesos naturales. La ciencia mecánica no las puede explicar, porque, desde el punto de vista de la ciencia mecánica, la forma no existe. Existen únicamente dos objetos –uno el mundo como totalidad y el otro las partículas físicas últimas a partir de las cuales está hecho. Todos los demás pretendidos objetos son objetos que nuestra percepción
recorta. Quiere decir que distinguimos la silla de la mesa e ignoramos las relaciones entre ellas porque queremos actuar acerca de ellas, queremos sentarnos en una y escribir sobre la otra. Para nuestros propósitos, entonces, nosotros las distinguimos como objetos separados. Realmente, ellas se atraen una a la otra como partículas físicas, partes de un único, omniabarcativo campo electromagnético. Las formas no son explicadas por la ciencia mecánica de la época. Las ciencias, biológicas y otras –tales como cosmología, astronomía– explican todas ciertas formas con las que se encuentran, hasta donde dan cuenta de ellas, diciendo que están ahí como punto de partida. Y hasta Kant supone que las formas de la mente están ahí como dato de partida.
Ahora, el movimiento al cuál me refiero con los términos “teoría de la evolución”, es uno que pretende explicar cómo las formas de las cosas pueden emerger. La ciencia mecánica no puede explicar esto. Ella puede recortar formas, analizarlas en partículas físicas, pero no puede hacer más que eso. La ciencia biológica y la ciencia astronómica comienzan a partir de ciertas formas dadas. Por ejemplo, la concepción de Laplace es la de cuerpos nebulosos calientes en rápida rotación, dados de antemano como punto de partida. La ciencia biológica comienza con ciertas formas vivientes; la geología con tipos definidos y formas de rocas. Estas ciencias clasifican las cosas de acuerdo con las formas que están dadas. Pero generalmente no procura mostrar cómo las formas emergen. Existe, por supuesto, la ciencia de la forma en desarrollo, la embriología. Pero es una ciencia reciente. Da cuenta del proceso mediante el cual el adulto emerge a partir del embrión. La teoría biológica anterior suponía que la forma estaba ya allí; llanamente concebía un hombre completo presente en las mismas células a partir de las cuales el embrión se desarrollaba. El supuesto era que la forma estaba ahí como precondición de lo que uno encontraba. Esto es ciencia aristotélica. Es también esencialmente kantiana: hemos visto cómo concebía las formas de la mente como precondición de nuestra experiencia. Ahora, la evolución lamarckiana y darwiniana emprendieron la tarea de mostrar como, por un cierto proceso, las formas mismas llegan a ser, pueden emerger. Partiendo de lo relativamente informe, ¿cómo puede uno dar cuenta de la aparición de formas?. Lamarck comenzó con la idea de que la hipótesis de que toda actividad de la forma altera la forma misma, y la forma entonces se entrega cambiada a la nueva generación. Como ejemplo pintoresco, acepta que los progenitores de la jirafa quisieron, o tuvieron que  limentarse de las hojas de los árboles, y de ese modo estiraron sus cuellos. Ellos entregaron este cuello estirado a su descendencia. La herencia de los llamados “caracteres adquiridos” fue la sugerencia de Lamarck para dar cuenta de la aparición de las formas. Supuso, como lo hizo Darwin, que empezamos con protoplasma relativamente informe, y procedió en la dirección de mostrar el proceso mediante el cual las formas pueden emerger de algo que era relativamente informe.
Estábamos discutiendo el idealismo romántico, y señalábamos que era un desarrollo o una expresión del espíritu de la evolución, del definitivo ingreso de la evolución en el pensamiento occidental. Indudablemente, hablamos de la filosofía de Hegel como una “filosofía de la evolución”. Este movimiento, altamente abstruso y especulativo, es simplemente una parte del movimiento general hacia el descubrimiento de la manera en que las formas o cosas comienzan, de los orígenes. Como emprendimiento científico, no fue ayudado por la ciencia física de su tiempo. Tuvo que hacer su propio camino, y lo hizo con asombroso alcance. En las generaciones siguientes llegó a ser una idea orientadora en prácticamente todas las investigaciones.
Mencioné anteriormente la distinción entre la concepción de la evolución propia del anterior, antiguo pensamiento que encontró su clásica expresión en la doctrina aristotélica, y la teoría evolutiva de este período. La evolución aristotélica era el desarrollo de la así llamada forma, la naturaleza de la cosa ya presente. Esto presupone la existencia de la forma como algo que ya estaba ahí. En esta concepción, se piensa en una entidad metafísica que existe en y dirige el desarrollo de la forma. La especie —palabra latina para el término griego “forma”— era realmente concebida como una cierta naturaleza que supervisaba el desarrollo de la simiente del embrión hasta la forma adulta normal. Bajo la concepción de la teología cristiana, esta forma era pensada como existente primero en la mente de Dios, emergente luego en las plantas y los animales creados por él, y finalmente emergente en nuestras mentes como conceptos. La forma, sin embargo, no era pensada exactamente en el sentido aristotélico, como preexistente, como una entelequia, como naturaleza del objeto existente antes que el animal o la planta reales.
La diferencia entre esta concepción de la evolución y la moderna está dada, como he señalado ya, en el mero título del libro de Darwin, El origen de las especies, esto es, el origen de las formas. Es la evolución de la forma, de la naturaleza, y no la evolución de un animal o una planta particulares. En lo que está interesada esta
teoría es en la evolución de la naturaleza del objeto, de la forma, en un sentido metafísico. Es esto lo que distingue a la nueva teoría de la evolución de la anterior, a saber: que el carácter real del objeto, la forma o la naturaleza mismas, deberán emerger en lugar de estar dadas de antemano.
Como ustedes pueden recordar, Darwin encontró la sugestión para esta hipótesis en la doctrina de la población de Malthus. Dicha doctrina era un intento de mostrar la relación existente entre población y la provisión de alimentos, y qué efectos pueda tener esta relación con el futuro de la raza. Por cierto, la aseveración de Malthus fue grandemente perturbada por la introducción de la producción mecánica; esto desarmó muchos de sus cálculos, aunque no la teoría como un todo. Todavía es interesante como un intento de establecer de manera definida cómo la experiencia de la raza puede depender de un solo factor de su entorno, es decir, la provisión de alimento.
Darwin permaneció muy interesado en este problema, que lo condujo a emprender la explicación de ciertas variaciones que tienen lugar en forma que puede ser debida a la presión de la población. En la naturaleza hay siempre más formas llegadas al mundo, más plantas y animales, de los que pueden posiblemente sobrevivir. Existe una constante presión que puede conducir a la selección de las variantes mejor adaptadas a las condiciones bajo las cuales deben vivir. Este proceso de entresacar las formas mejor adaptadas, puede, con el tiempo, conducir a la aparición de nuevas formas. Lo que subyace a esta concepción es la idea de un proceso, de un proceso vital, que puede tomar ora una forma, ora otra. Lo importante es que aquí hay una distinción entre este proceso vital y la forma que adopta. Esto no era así en la concepción anterior. En él, el proceso vital era pensado como expresándose en la forma; la forma tenía que estar presente de antemano para que pudiera haber vida.
Me he referido a la idea que acabo de exponer como darwiniana. La misma idea subyace bajo la concepción de Lamarck. Éste supone un proceso vital que puede aparecer de una forma u otra, pero que es el mismo cualquiera sea la forma que toma. La forma particular que ha de asumir depende de las condiciones bajo las cuales este proceso vital transcurre. Por lo tanto, encontramos el mismo proceso vital fundamental en plantas y animales —en la ameba, en el hombre, y en cualquier forma entre ambos. Es un proceso que comienza con la separación entre carbono y oxígeno. Ambos, en forma de dióxido de carbono, exhalados por los animales como subproducto de la asimilación de alimento, son encontrados en solución acuosa en plantas como ácido carbónico. Por mediación de la acción de clorofila y luz éste eventualmente deviene alimento, en forma de azúcares y almidones varios. Estos almidones son llevados entonces a tejidos consumidores de energía, que los queman y obtienen energía libre en la vida de plantas y animales, se desembarazan de productos usados, inician los medios de reproducción, y así pasan desde una planta o animal a otro. Lo esencial de este proceso vital es idéntico en todas las formas vivientes. Los encontramos en formas unicelulares, en formas multicelulares. La única diferencia es que en el caso de éstas últimas encontramos una diferenciación de tejidos para asumir varias funciones; encontramos distintos grupos de células que toman a su cargo una de las fases del proceso vital y se especializan en ello —los pulmones toman oxígeno del aire; otro grupo de células llega a ser medio para la circulación de la sangre; otros asumen las funciones de ingestión, locomoción, secreción de fluidos que hacen posible la digestión y la reproducción. En otras palabras, grupos separados de células se encargan de diferentes partes del proceso vital. El conjunto del proceso, sin embargo, es el mismo que se da en las formas unicelulares. Esto, como ven, está implicado en esta concepción de la evolución —un proceso vital que fluye a través de diferentes formas, tomando ora esta forma, ora aquélla. La célula, como entidad singular en el conjunto, permanece fundamentalmente lo que era en la forma unicelular. Todas las células vivientes se bañan en algún medio fluido; fuera de él, están muertas. Las células vivientes son las que están bañadas por los fluidos corporales como la sangre y la linfa. Son las únicas que viven, y llevan consigo al interior del cuerpo algo del mar originario desde el cual la existencia unicelular original migró. Estas células fueron desde la superficie a lo profundo, y allí las formas multicelulares emergieron. Desde el fondo del mar hasta el hombre, es necesario proveer este precioso fluido sin el cual las células no pueden vivir. Esto se encontró primero en plantas. Y los animales llegaron luego y vivieron a expensas de las plantas; pero el proceso vital ha fluido a través de todo y sigue siendo el mismo proceso.
Dada una concepción como esta, es posible concebir la forma de la planta o del animal como emergente en la existencia del proceso vital mismo. Es muy importante que podamos captar la idea de evolución aquí implicada, y distinguirla de la precedente concepción, especialmente si estamos tratando de entender la aparición de esta concepción en su forma filosófica. Estamos comprometidos con una teoría que incluye un proceso como su hecho fundamental, y por lo tanto con este proceso que aparece bajo diferentes formas. Ahora bien, el idealismo romántico, el que primero desarrolló una teoría de la evolución, vuelve, por supuesto, a nuestra experiencia de nosotros mismos –esta experiencia reflexiva en la cual el individuo se advierte a sí mismo en tanto que, en cierto sentido, se ve
a sí mismo y se escucha a sí mismo. Se mira al espejo y se ve a sí mismo; habla y se escucha a sí mismo. Es la especie de situación en la cual el individuo es a la vez sujeto y objeto. Pero para ser a la vez sujeto y objeto, debe pasar de una fase a la otra. El sí mismo implica un proceso en marcha, que adopta ora una forma, ora la otra –una relación sujeto-objeto que es dinámica, no estática, una relación sujeto-objeto que tiene un proceso detrás de sí, que puede aparecer ora en esta fase, ora en esta otra.
Para tomar el gusto por este idealismo romántico, uno debe ser capaz de ponerse a sí mismo en el lugar del proceso que determina la forma. Y es por esta razón que he dicho lo que he dicho acerca de la evolución. Esto puede no calar tan profundamente en nuestra experiencia como la relación sujeto-objeto lo hace. Lógicamente, es del mismo carácter, a saber, un proceso en este caso, un proceso vital, en marcha, que toma ahora una forma y luego otra. El proceso puede ser distinguido de la forma; aún así, tiene lugar dentro de las diferentes formas. El mismo aparato para la digestión debe estar aquí; el mismo aparato para la respiración, para la circulación, y para el consumo de energía debe estar presente para que el proceso vital funcione; y con todo este proceso vital puede aparecer ahora con este particular aparato y no con aquél. Mentalmente ustedes pueden distinguir el proceso de la forma. Y, sin embargo, ustedes pueden ver que debe haber formas para que el proceso ocurra. Hemos hablado del animal  ni celular como carente de forma en este sentido. Esta proposición no es del todo correcta. Sabemos que dentro de la célula misma se da un alto grado de organización de la estructura molecular. Podemos seguirlo de una vaga manera. No podemos tener un proceso sin cierta suerte de estructura; y, sin embargo, la estructura es simplemente algo que expresa este proceso a medida que ocurre, ora en un animal, ora en otro, o en plantas tanto como en animales.
Este proceso vital que se inicia con dióxido carbónico, con agua y gas carbónico, avanza a través de la vida de plantas y animales y termina como dióxido de carbono, en el ácido carbónico gaseoso y el agua que exhalamos. El proceso es algo que podemos aislar a partir de los diferentes órganos en los cuales ocurre, y, sin embargo, no puede ocurrir en ausencia de algún tipo de órgano. Podemos separar el proceso de los órganos particulares reconociéndolo en un animal u otro, en una planta u otra. Pero no tenemos proceso si no está dada alguna estructura, alguna forma particular en la cual expresarse.
Si, entonces, uno puede hacer filosofía a partir de este movimiento evolutivo, uno puede reconocer una suerte de proceso dentro del cual la forma particular emerge. En el mundo biológico este proceso es un proceso vital, y puede ser definidamente aislado como el mimo proceso en todas las formas vivientes porque en el desarrollo científico de la física y la química, así como de la fisiología, fuimos capaces de encontrar lo que este proceso vital es, de pensar el proceso vital aparte de la forma particular en que ocurre — separando, en otras palabras, una función tal como el proceso digestivo del tracto digestivo en sí; por ser capaces de advertir que los fermentos esenciales para la digestión, la fractura de los almidones y las proteínas y la organización, la síntesis, de éstos en productos orgánicos que el animal puede asimilar, ocurren en la ameba, que no tiene tracto digestivo en absoluto. La importancia del tracto digestivo deriva del grupo particular de células que construyen un animal. El problema para la forma animal es la conversión de protoplasma comestible, que se encuentra en las plantas, en una forma asimilable. La planta debe proteger su fluido con celulosa.
Para acceder a este fluido, el animal debe ser capaz de digerir la celulosa. Un animal como el buey debe tener un aparato verdaderamente complicado dentro de sí mismo; dispone de una serie completa de laboratorios bacteriológicos y aporta a ellos microorganismos para fermentan la celulosa que rodea al protoplasma comestible. El tracto digestivo del animal es, entonces, una adaptación a la clase de comida con la cual estas células vivientes se alimentan. El animal debe tener una estructura que lo habilite para llegar hasta el protoplasma comestible mismo. Por otro lado, el tigre, que vive del buey, tiene un problema asimilativo más sencillo entre manos. El buey ha hecho el trabajo, y el tigre puede alimentarse con su carne. Por supuesto, estamos en la posición del tigre, ¡salvo porque tomamos el buey de los corrales! Lo cierto es que nuestro sistema digestivo, como el del tigre, puede ser mucho más simple que el del buey. Nuestro entero proceso de vida no está dedicado a digerir la celulosa que envuelve el alimento.
Esto indica el camino por el cual la forma emerge, es decir, dentro del proceso mismo de la vida. La forma depende de las condiciones bajo las cuales el proceso de la vida avanza. Es el mismo proceso, pero se encuentra con todo tipo de dificultades. Necesita de un aparato específico para vencer cada una de estas dificultades. Un proceso vital así, que es el mismo bajo todas esas formas, era enteramente desconocido para los antiguos fisiólogos. Podían mirar al animal sólo por el lado exterior. Podían ver cuál era la función de la boca y de los pies, de los diversos miembros y órganos externos pero no podían ir dentro del animal y descubrir este proceso que transcurría, que estaba aconteciendo en las diferentes
formas externas a medida que plantas y animales necesitaban cierto aparato para habilitarles a vivir bajo determinadas condiciones.
Es esencial para la ciencia y para la filosofía de la evolución que se pueda reconocer como básico para todo cierto proceso que ocurre, y entonces que pueda consagrarse a mostrar la manera como las formas de las cosas emergen en la operación de este proceso. La cuestión acerca de si aceptar una hipótesis darwiniana o una lamarckiana no es realmente de gran importancia. Lo importante
acerca de la doctrina de la evolución es el reconocimiento de que el proceso toma ora una forma, ora otra, de acuerdo con las condiciones bajo las cuales progresa. Esto es lo esencial. Uno debe ser capaz de distinguir el proceso de la estructura de la forma particular, de mirar a ésta como simplemente el órgano con el cual una
cierta función tiene lugar. Si las condiciones reclaman cierto tipo de órgano, ese órgano debe emerger si la forma ha de sobrevivir.
Si las condiciones reclaman un órgano de otro tipo, ese otro tipo de órgano debe emerger. Esto es lo que implica la teoría de la evolución. La aceptación de la hipótesis darwiniana es simplemente la aceptación del punto de vista de Darwin acerca de que la selección mediante la lucha por la supervivencia puede escoger el órgano necesario para sobrevivir. El corazón del problema de la evolución es el reconocimiento de que el proceso determinará la forma de acuerdo con las condiciones. Si miramos el proceso vital como algo esencial a todas las formas, podemos observar que la estructura externa adoptada depende de las condiciones bajo las cuales este proceso vital transcurre.
Ahora bien, si ustedes generalizan esto, si hacen una doctrina filosófica a partir de esto, vuelven a cierto proceso central que tiene lugar bajo diferentes condiciones; y los idealistas románticos se empeñaron en identificar este proceso, ante todo, con el proceso yo-no yo en la experiencia, y entonces identificar este proceso yo–no yo con el proceso sujeto-objeto. Tratan de hacer de ellos uno y el mismo proceso. La relación sujeto-objeto es, desde el punto de vista filosófico, y especialmente desde el punto de vista epistemológico, la más importante de todas. Pero el yo luce de manera tan importante aquí, como ustedes pueden ver, porque es un sí mismo que es un sujeto. Como he apuntado precedentemente, el objeto estaba en algún sentido explicado por el empirismo. Si ustedes están incluyendo el objeto dentro del proceso sujeto-objeto, deben encontrar un sujeto que esté implicado en la presencia del objeto. La vieja doctrina suponía que el mundo estaba allí y que los seres humanos llegaban más tarde a él. En otras palabras, de acuerdo con esta visión, el objeto estaba allí antes que el sujeto.
La aparición del sujeto parece haber sido puramente accidental, incidental. El objeto podría exactamente estar buenamente allí sin que el sujeto estuviera presente. Pero, en lo que los idealistas románticos insisten es en que ustedes no pueden tener un objeto sin un sujeto. Ustedes pueden ver sin dificultad que no puede haber sujeto sin objeto, que no pueden ser conscientes de cosas sin que haya cosas de las cuales ser conscientes. No pueden tener conciencia despierta que no sea conciencia de algo. Nuestra experiencia del sí mismo es una experiencia de un mundo, de un objeto. El sujeto debe implicar al objeto en orden a que podamos tener conciencia. Pero no debemos tan inevitablemente reconocer que el sujeto es esencial para que haya un objeto presente. De acuerdo con nuestra concepción científica, el mundo apareció a lo largo de millones de años, y recién en los últimos momentos de él han existido formas vivientes. El mundo hacía rato que estaba allí antes de que los sujetos aparecieran. Lo que el idealista romántico hace es suponer que para que estos objetos estuvieran presentes debía haber allí un sujeto. En cierto sentido esto puede haber sido dicho reflejando el dogma filosófico de que el mundo no estaría ahí si no hubiera sido creado por un ser consciente. Pero este problema es algo más profundo que un dogma filosófico. Es la aceptación de que la real existencia de un objeto, como tal, implica la existencia de un sujeto para quien es un objeto.
Bien, si debemos encontrar una instancia en la cual el objeto implica un sujeto, tanto como el sujeto implica un objeto, podemos volver al yo. El yo puede existir como sí mismo solamente hasta el punto en que es un sujeto. Y los objetos significativos pueden existir solamente como objetos para un sujeto. Podemos ver que el autoproceso de los idealistas románticos –es fusión de las dos partes de la experiencia, la experiencia de sí por un lado y la experiencia sujeto-objeto por otro— les habilitó a insistir, no sólo que el sujeto implica un objeto, sino también que el objeto implica un sujeto. Este, entonces, era el proceso central para ellos: el yo, el no-yo, son expresiones de un mismo proceso, y en esto también se encuentra el relacionamiento sujeto-objeto en el cual ambos temas están mutuamente implicados. Así como aquí no puede haber yo sin no-yo, tampoco puede haber sujeto sin objeto y viceversa.
Una palabra más acerca de la evolución. Concebimos el animal social como alguien que ha alcanzado una situación en la que ejerce control sobre su ambiente. Ahora bien, no es el animal humano en tanto que individuo quien alcanza un clímax semejante; es la sociedad. Hegel, el último de los idealistas románticos, insistió convincentemente sobre este punto. El animal humano en tanto que individuo nunca ha alcanzado control sobre su ambiente. Es un control que ha aparecido a través de la organización social. El propio lenguaje que usa, el propio mecanismo de pensamiento que le ha sido dado, son productos sociales. Su propio sí mismo es alcanzado solamente por la apropiación de la actitud del grupo social al cual pertenece. Entonces, cuando ustedes hablan de su evolución, de ese haber alcanzado cierta culminación en su forma humana, deben darse cuenta de que alcanza este punto sólo en la medida en que la forma humana es reconocida como una parte orgánica del todo social. Ahora bien, nada hay tan social como la ciencia, nada tan universal. Nada supera tan rigurosamente los puntos que separan al hombre del hombre y a los grupos de los grupos como la ciencia lo hace. No debe existir ningún provincialismo o patriotismo estrecho en la ciencia. El método científico lo hace imposible. La ciencia es inevitablemente una disciplina universal que acepta todo lo que piensa. Habla con la voz de todos los seres racionales. Debe ser verdadera en todo lugar; de otro modo no es científica. Pero la ciencia es evolutiva. Entonces, también es un proceso continuo que adopta sucesivamente diferentes formas. Es este aspecto evolutivo de la ciencia lo que importa en la filosofía del filósofo contemporáneo Henri Bergson, cuya obra consideraremos más adelante.
George Herbert Mead (1863-1931) PERFIL BIOGRÁFICO Y ACADÉMICO Nacido en South Hadley, Massachusetts, Estados Unidos, hijo de un pastor protestante, estudió filosofía en Havard y completó su formación en psicología fisiológica y teoría económica en las univesidades de Leipzig, Berlín y Friburgo, en Alemania. Profesor de de filosofía y psicología en la Universidad de Michigan (1891-1894), establece relación estrecha con Charles Cooley y John Dewey. En 1894 se traslada a la Universidad de Chicago, donde permanecerá el resto de su carrera, especialmente relevante en el campo de la psicología social y en los procesos de comunicación interpersonal a través de la 'interacción simbólica'. Desarrolla una visión pragmática de la filosofía, propia de la Escuela de Chicago, basada en la sociabilidad y la temporalidad como instancias de la evolución del ser social. El 'yo', como reflejo del 'otros', está sujeto al comportamiento de los demás, a una construcción social, a un 'mi' social. El 'yo' aparece como una realidad social, sujeto a la negociación con el entorno, a la interacción simbólica a través de la comunicación. El individuo interioriza la realidad social de su tiempo, a la que accede a través de los procesos de socialización, pero participa con su individualidad activa en los procesos de evolución social. Su trabajo fue editado en gran parte después de su muerte, en 1931, ya que en vida sólo publicó artículos académicos. Los apuntes de sus discípulos, especialmente Charles W. Morris y Herbert Blumer, permitieron la edición de sus libros de referencia. No obstante esta circunstacia, el pensamiento de Mead ha alcanzado una proyección universal, con influencias en los campos de la filosofía, la psiciología social, la sociología, y también alcanzó a la teoría de sistemas, la cibernética, etcétera. Autor, entre otros libros, de The Philosophy of the Present (1932), Mind, Self and Society (1934), Movements of Thought in the Nineteenth Century (1936), The Philosophy of the Act (1938), The Individual and the Social Self: Unpublished Essays by G. H. Mead (1982), Essays in Social Psychology (2001). En lengua española: Espíritu, persona y sociedad (Paidós, Buenos Aires, 1968). Acerca de Mead y los procesos de socialización y comunicación: Sánchez de la Yncera, Ignacio, La mirada reflexiva de G.H. Mead: sobre la socialidad y la comunicación, CIS, Madrid, 1995; Úriz Pemán, María Jesús, Personalidad, socialización y comunicación: el pensamiento de George Herbert Mead, Libertarias/Prodhufi, Madrid, 1993.
Harold Dwight Lasswell (1902-1978) PERFIL BIOGRÁFICO Y ACADÉMICO Nació en Donnellson, Illinois, en 1902, hijo de un pastor protestante. Alumno aventajado de enseñanza secundaria, obtuvo una beca para estudiar sociología en la Universidad de Chicago, donde muy pronto mostró sus especiales dotes para la investigación y obtuvo el título de doctor a los 24 años (1926), con una tesis sobre la propaganda en la Primera Guerra Mundial. Concluida la carrera, viajó a Europa, donde estudió en la London School of Economics y en centros académicos de París, Ginebra y Berlín. En su formación se advierte la influencia, entre otros, de Dewey, Mead, Freud, Havelock.Está considerado como uno de los fundadores de la psicología política. Se inició en la docencia en la Universidad de Chicago, como profesor de ciencia política (1926-38), antes de trasladarse a la Universidad de Yale y desarrollar otras actividades académicas en el John Jay College de la City University de New York y en la Temple University. Fue director de investigaciones sobre comunicación en tiempo de guerra en la Biblioteca del Congreso norteamericano (1939-45) y trabajó en el Institute for Propaganda Analysis (1937-41), encargándose de la edición de una revista mensual, en la que se recogieron numerosos trabajos de análisis de contenido sobre textos propagandísticos aparecidos en el período de entreguerras mundiales. Perteneció a la prestigiosa Comisión Hutchins (1946), que estudió la libertad de prensa en Estados Unidos y desarrollo la doctrina sobre la responsabilidad social de la prensa. Profesor de la Fundación Ford, concluyó su vida académica como emérito del Bramford College (1970-76). Su tesis doctoral fue publicada cuando Lasswell contaba 25 años Propaganda Technique in the World War I (Nueva York, 1927), a la que siguió, en 1930, Psychopathology and Politics, donde aplica conceptos de psicología clínica al estudio de los actores políticos, económicos y religiosos. Posteriormente, se centra en la investigación aplicada en los campos de la propaganda política y la comunicación masiva, en los que se centrará buena parte de su muy amplia obra. En 1935, apareció World Politics and Personal Insecurity y Propaganda and Promotional Activities; en 1936, Propaganda and Dictatorship, y, dos años después, Propaganda in the World War, temática sobre la que volvería en plena Segunda Guerra Mundial con Propaganda, Communication and Public Opinión (1946). En 1976 publicó una obra en 3 volúmenes, junto a Daniel Lerner y Hans Speier, Propaganda and Communication in World History. En total, más de 40 títulos, entre los que también aparecen Power and Personality (1948) y Politics: Who Gets What, When, How. (1936). En lengua española: Análisis comparado de indicadores sociales y políticos (con otros), FOESA-Euramérica, Madrid, 1968; El futuro de la ciencia política, Tecnos, Madrid, 1971; La política como reparto de influencia, Aguilar, 1974; El estudio de las políticas públicas (con otros), Porrúa, México, 2000.

MÉTODOS DE MANIPULACIÓN VI: CREAR UN PROBLEMA. AFIRMACIONES. AMENAZA. INDIVIDUALIZAR. LÍDERES. RIDICULIZACIÓN

CREAR UN PROBLEMA PARA LUEGO OFRECER LA SOLUCIÓN
En la historia ha sido muy utilizado éste recurso. Supongamos que deseo oponerme al gobierno de turno. Un recurso que tengo a mano es estimular conflictos internos para luego culpar al gobierno y mostrarme como la solución posible a esos conflictos.
A lo largo de la historia se han verificado invasiones en toda su magnitud apoyadas por grupos internos opositores, no tanto para hacer caer al gobierno sino para generar un problema de grandes dimensiones frente al cual quede en evidencia la incapacidad del gobierno para gestionarlo.
AFIRMACIONES CATEGÓRICAS
Está comprobado que las personas habitualmente tomamos por cierta una afirmación categórica sin reflexionar acerca de su veracidad, y que nos vemos contagiados por aquellos que se expresan con vehemencia.
Por éstos dos factores verás a los políticos afirmar rotundamente y en todo momento que crecen en las encuestas y que cada día ganan más y más adeptos, e incluso llegan a proclamarse ganadores semanas antes de ocurridas las elecciones.
Te dicen que cada día mejoran en las encuestas para que te contagies. Te lo dicen en forma categórica para que te lo creas.
AMENAZA DE UN TERCERO
La amenaza común genera vínculos muy fuertes entre los que se sienten amenazados.
Así como las potencias especulan sobre invasiones extranjeras para unir y comprometer a los ciudadanos, los políticos en campaña dicen cosas tales como “esto es lo que ha dicho el candidato opositor X sobre nosotros”, o “esto es lo que hará X con nuestro grupo si llega a ostentar el poder”.
Es muy frecuente también que los líderes exageren el daño o el perjuicio que se le intenta ocasionar al grupo, utilizando todas las herramientas de manipulación vistas más arriba. Muchas veces se llegan a inventar verdaderas conspiraciones, solamente para sugestionar y estimular la unidad grupal.
INDIVIDUALIZAR AL ADVERSARIO
Éste recurso es muy utilizado en las contiendas electorales. El político debe cuidarse mucho de atacar al grupo de votantes de otro candidato. Primero, porque nunca ganará su favor si los ataca; segundo, porque el enemigo común los hará más adeptos al candidato opositor.
Lo que se hace, entonces, es atacar solamente e individualmente al candidato opositor y aclarar siempre que sus votantes son personas de bien, víctimas de la manipulación del otro.
LÍDERES DE OPINIÓN
Hay personas que no le creen directamente al candidato, pero sí le creen a algún personaje reconocido (cantante, deportista, actor. No es necesario que sea un erudito en asuntos relevantes).
Es muy interesante notar que la influencia se produce aunque sea evidente que éste personaje reconocido recibe dinero a cambio de transmitir un mensaje favorable a determinado candidato.
Ocurre lo mismo con las marcas comerciales: ningún deportista posa gratuitamente para las fotos de determinada marca, el público lo sabe muy bien, y sin embargo las ventas de esa marca aumentan cuando se publican las fotos.
RIDICULIZACIÓN
Éste recurso se utiliza cuando no tenemos argumentos reales para deteriorar la imagen del opositor, o cuando, teniéndolos, queremos aumentar el efecto o hacerlo llegar a las personas de menor complejidad intelectual.
Es también una manera elocuente y efectiva de fortalecer aquello que hemos transmitido seriamente con palabras. De ésta manera el público lo recordará mejor.
Tiene, sin embargo, la siguiente desventaja: reduce el miedo al opositor. Generalmente ocurre que la población pisotea con rabia aquello que una vez temió, por lo tanto puede ser favorable que, por algún tiempo, un importante grupo de electores sientan temor hacia el candidato que se opone a nosotros.
Si es ridiculizado, el temor desaparece, y con él desaparece el deseo futuro de borrar del mapa a aquél a quien temimos.

¡Gracias y felicitaciones por llegar hasta aquí!
Evidentemente, éste no es un texto académico y no agota de manera alguna todos los mecanismos existentes.
Aun así, es un manual práctico que reduce en forma dramática la vulnerabilidad de las personas que no se han dedicado a estudiar las técnicas de manipulación política.

MÉTODOS DE MANIPULACIÓN V: PERSONALIZACIÓN. TEMOR. ESTEREOTIPOS. SUSTITUCIÓN. MENTIRA.

PERSONALIZACIÓN DEL PROBLEMA
En los cursos de debate y resolución de conflictos, pongo mucho énfasis en que el alumno se centre en NO personalizar el problema y que le exprese verbal y claramente a la otra parte éste deseo. Es un muy buen inicio para cualquier negociación o debate decirle a la otra  persona que “ambos desean lo mismo y que solamente difieren en el camino para lograrlo”.  De esa manera el opositor se convierte en socio.
Bien, lo que se hace en política es exactamente lo contrario. Se intenta personalizar los problemas, intentando que los votantes asocien (por ejemplo) su falta de poder adquisitivo con una persona concreta a la cual se quiere perjudicar.
TEMOR AL CASTIGO
Aunque parezca extraño, éste principio se utiliza abiertamente. Por supuesto que nadie te amenaza con darte una golpiza si no apoyas determinada candidatura, pero sí existen muchas formas de presionarte.
Ésta amenaza la sufren más bien los grupos y no tanto las personas. Seguramente, la Agrupación de Comerciantes de XXXX desee tener buena relación con los gobernantes locales. Esto que nos parece tan normal, no es correcto desde el punto de vista de la libertad. Los comerciantes de ésta agrupación deberían poder criticar o felicitar todo lo que deseen al gobierno, sin que su tarea se vea dificultada o facilitada. Si no ocurre de ésta manera, estamos ante un caso de “manipulación por Temor al Castigo”. ¿Verdad que realmente ocurre ésta manipulación?
ESTEREOTIPOS
El persuasor hablará en forma general a un estereotipo de individuo muy bien definido, dependiendo del lugar donde se encuentre y a quién le esté hablando. Modificará su discurso en forma deliberada para penetrar más profundamente en su auditorio. Se valdrá también de los atributos que mentalmente le hemos asociado a cada estereotipo, para manipular los juicios y las valoraciones.
Fueron muy empleados en la manipulación política los estereotipos de personas de piel blanca y personas de color. Los atributos de limpieza, bondad e inteligencia se proyectaban sobre los blancos, y los atributos de maldad, violencia e ignorancia sobre las personas de color.
En caso de que se desee ganar la voluntad de las personas de color, se pondrá el énfasis en los atributos de haber sido explotados, de haber sufrido desigualdades, o de haber sido discriminados.
En todo caso se están utilizando los atributos preconcebidos de cada estereotipo para manipular a las personas y ganar su favor.
Notar que reviste gran importancia lograr enfrentar a un estereotipo con otro. Es importante educarse sobre ésta técnica para percatarse de que muchas veces los enfrentamientos entre grupos no existen hasta que el aspirante al gobierno los inventa.
Otros estereotipos muy utilizados han sido el de la chica liberada por oposición al de la chica estudiosa, o el del empleado explotado en oposición al del patrón explotador.
SUSTITUCION DE PALABRAS COMUNES
Éste recurso es muy importante en los mecanismos de manipulación que diseñan los persuasores.
Un ejemplo sencillo: si quiero elevar a la clase empresarial, diré que generan empleo.
Si la quiero perjudicar, diré que “te explotan”. Las palabras son cuidadosamente seleccionadas por los persuasores.
Comúnmente se agrupa en un mismo conjunto a empresarios, comerciantes e inversores bajo la denominación de “burgueses”. Éste simple intercambio en las palabras está calculado para amplificar las emociones del auditorio.
El éxito más rotundo está dado por el hecho de que no solamente el persuasor se pronuncie en éstos nuevos términos, sino que también lo hagan sus seguidores llevando ésta terminología al lenguaje cotidiano. Para lograr éste efecto, no solamente cambiarán las palabras comunes sino que repetirán los nuevos términos toda vez que sea posible.
Afectar el lenguaje corriente es un verdadero triunfo propagandístico, ya que permite que el mensaje persuasivo esté presente en todo momento en la mente del público.
UTILIZACION DELIBERADA DE LA MENTIRA
Somos víctimas de ésta violencia en forma más recurrente de la que pensamos. Me atrevo a decir que casi lo único que recibimos son mentiras orquestadas en forma deliberada.
Lo repito: casi todo lo que escuchamos de los persuasores en los medios es mentira.
¿No me lo crees? Te invito a hacer el siguiente ejercicio: repasa las noticias que nos dieron, las promesas que se hicieron y los pronósticos anunciados, y compáralos con lo que realmente ocurrió posteriormente.
Cuando uno hace éste ejercicio, cambia la televisión por las novelas de Shakespeare, y se entera de que es un pecado perderse las novelas de Shakespeare por mirar la televisión.
Por favor, haz el ejercicio que te comenté. No me creas. No te dejes persuadir por mi afirmación categórica. Haz el ejercicio.