J. L.
AUSTIN: ANÁLISIS Y VERDAD
Jaime
Nubiola
jnubiola@unav.es
Es un fenómeno
frecuentemente detectado la paulatina tematización de la noción de verdad en la
investigación filosófica contemporánea1.
Este fenómeno, en el que concurren una multiplicidad de causas, se halla
inmerso en el proceso más general por el que la filosofía angloamericana de las
dos últimas décadas se ha especializado preferentemente en los problemas
relativos a la filosofía del lenguaje. La investigación acerca de la verdad
constituye, sin duda, una cuestión medular en este proceso de sustantivación
temática del lenguaje como objeto de la investigación filosófica. La propia
consideración de la verdad como problema a solucionar, disolver o analizar,
supone ya un replanteamiento de la perspectiva tradicional que --como indica Pitcher2--
se hallaba más interesada en las verdades que en la verdad.
En este sentido, el
análisis de la noción de verdad elaborado por John Langshaw Austin reviste un
indudable interés, amplificado por su posición preeminente en el contexto
socio-filosófico oxoniense y, de manera particular, por su exigencia
metodológica de atenerse en todo momento a la situación total del habla3,
de manera que el peligro ocupacional del filósofo del lenguaje --la disociación
de lenguaje y mundo-- queda así aminorado. La calificación de John Austin a su
propia investigación --"this way of doing philosophy"-- como
"fenomenología lingüística", frente a otras denominaciones habituales
como "lingüística", "lenguaje ordinario" o
"analítica" recalca precisamente este carácter integrador de su
quehacer filosófico. El motivo aducido por Austin para justificar tal
denominación es, sin duda, una guía efectiva que preside su investigación:
"Cuando examinamos qué diríamos cuándo, qué palabras usaríamos en qué
situaciones, no estamos meramente considerando las palabras (o "los
significados", sean lo que fueren), sino también las realidades, para
hablar de las cuales usamos las palabras"4.
Es bien conocida la
apelación de la "Escuela de Oxford" --siguiendo una terminología un
tanto tópica-- al lenguaje ordinario como ámbito idóneo para la dilucidación de
los problemas filosóficos. Es posible que pueda hallarse en Aristóteles la raíz
de esta apelación5.
En cualquier caso, el papel asignado por Austin a la investigación del lenguaje
ordinario, tal como se expone en un famoso pasaje programático de "A
Plea for Excuses", consiste en ser el ámbito preliminar de toda
dilucidación filosófica: el análisis del lenguaje es la necesaria primera palabra en filosofía, pero no la última6.
Consiguientemente, lo que John Austin ofrece no es, en última instancia, una teoría de la verdad, sino un
esclarecedor análisis del lenguaje veritativo y del núcleo intuitivo del
concepto tradicional de verdad --es decir, la idea de adecuación entre cosas y
pensamiento en general-- que se halla en la base de dicho lenguaje.
Hay que distinguir, a mi
juicio, dos momentos en las dilucidaciones de John Austin acerca de la verdad:
por una parte, su tratamiento del problema en la polémica con Strawson y, por
otra, las sugerencias que se contienen en Words en el marco mucho más ambicioso del
esbozo de una teoría general del lenguaje. De acuerdo con esta distinción
abordaré su exposición.
1. LA POLÉMICA ACERCA DE LA VERDAD.
El debate acerca de la
verdad se inicia con un artículo de P. F. Strawson publicado en 1949 bajo el
título "Truth". En este artículo tiene su origen el simposio
sobre la verdad entre Austin, Strawson y D. R. Cousin compilado en un volumen
suplementario de los Proceedings
of the Aristotelian Societyeditado en 1950. En él se halla el artículo de
Austin --también titulado "Truth"7--
encaminado a mostrar --frente al análisis de Strawson-- que un adecuado
análisis del lenguaje veritativo confirma la teoría de la verdad como
correspondencia entre enunciados y hechos8.
De ahí que Strawson en su contribución al debate considere al artículo de
Austin como "una versión purificada de la teoría de la correspondencia de
la verdad", la cual "requiere --a juicio de Strawson-- no sólo
purificación, sino eliminación"9.
Considera Strawson que una reformulación de las condiciones semánticas fijadas
por Austin para decir correctamente de un enunciado que es verdadero, no sólo
no prestará apoyo a la teoría de la correspondencia, sino que mostrará su
supuesto error básico consistente en la asimilación del enunciar al referir. En
1954 en una conferencia leída en la Philosophical
Society de Oxford, bajo el
título "Unfair to Facts", Austin retoma la polémica. En este
segundo artículo no se atiende al núcleo principal del problema de la verdad,
sino que --siguiendo una indicación de Gilbert Ryle-- elabora un detallado
análisis de "fact", pues considera que la explicación de
Strawson del uso de este término es incorrecta. Con la temprana muerte de
Austin en 1960 se trunca la polémica original, que, no obstante, ha pervivido
y, en particular, Strawson ha vuelto sobre ella en varias ocasiones10.
El primer punto a
constatar es que Austin considera la pregunta "¿Qué es la verdad en general?"
como una incursión en la falacia
de la generalización, que ha generado una pluralidad de respuestas diversas
por gravitar sobre ella la "curiosa creencia de que todas las palabras son
nombres, es más, nombres propios,
y por tanto, son representativas de algo o lo designan en la forma en que lo
hace un nombre propio"11.
La investigación de si "verdad" es un nombre de una sustancia, de una
cualidad o de una relación es para Austin un vano intento de hallar una
realidad denotada por un supuesto nombre propio, "pues "verdad"
misma es un nombre abstracto, un camello de una construcción lógica, que no
puede pasar siquiera por el ojo de un gramático"12.
Por eso prefiere Austin "de acuerdo con su perspectiva metodológica"
replantear el problema de la verdad en su dimensión lingüística, entendiendo
ésta no como la dilucidación del significado de la palabra "verdad",
sino como análisis del lenguaje veritativo en la total situación de habla. Las
teorías coherentistas y pragmatistas --indica Austin-- han fracasado
precisamente en apreciar "el punto trillado, pero central, de que la
verdad es un asunto de la relación entre palabras y mundo"13.
En Truth I Strawson suscitó el problema del uso
de la expresión "es verdadero" y arribó a la conclusión de que ningún
uso de esta expresión es descriptivo, sobre la base de que "no produce en
sí misma tipo de enunciado alguno (...), y a
fortiori no puede producir el
enunciado, cuya emisión se requiere como ocasión para el uso significante de
las palabras "verdadero" y "falso"14.
Es decir, la expresión "es verdadero" es meramente usada para
confirmar, suscribir o admitir un determinado aserto y por este motivo
--adoptando la terminología de Austin-- denomina a esta expresión comoperformatoria.
Evidentemente, Austin admite que "es verdadero" tiene un aspecto performatorio, pero lo
que él plantea es "si no hay algún uso de "es verdadero" que sea
primario, o algún nombre para aquello que en el fondo siempre estamos diciendo
que "es verdadero""15.
En el curso de su análisis explica con detalle cómo "es verdadero" no
se dice primariamente de las creencias, ni de las
descripciones o los relatos, ni de las proposiciones, ni de las oraciones y
palabras (excepto cuando son usadas),
sino que las formas primarias de su emisión son enunciados (statement)
del tipo "Es verdadero (decir) que el gato está sobre la alfombra",
"Este enunciado (suyo, etc.) es verdadero" o "El enunciado de
que el gato está sobre la alfombra es verdadero"16.
Con ello afirma Austin que el uso primario asignado en el lenguaje ordinario a
la expresión "es verdadero" es la evaluación de enunciados, y por consiguiente, su
ocurrencia en un contexto no tiene un carácter meramente performativo, sino propiamente descriptivo: "es
verdadero" describe la peculiar relación (elajuste) entre nuestras
palabras (los enunciados antes tipificados) y el mundo (las situaciones referidas,
p. e., un cierto volumen espacio-temporal ocupado por el gato)17.
El problema ulterior es
precisar cuándo un enunciado es verdadero, esto es,
analizar bajo qué condiciones semánticas se puede decir correctamente que un
enunciado es verdadero. Austin indica que decir que un enunciado es verdadero
"cuando corresponde a los hechos" no es una respuesta incorrecta en
nuestro lenguaje ordinario, pero sí puede ser desorientadora por la diversidad
de sentidos en que la correspondencia puede ser interpretada. Por ello, ofrece
una nueva versión de esta definición de la verdad: "se dice que un
enunciado es verdadero cuando el estado histórico de cosas con el que está
correlacionado por las convenciones demostrativas (aquel al que "se
refiere") es de un tipo con el que la oración usada al hacerlo está
correlacionada por las convenciones descriptivas"18.
Indudablemente, Austin está suscribiendo --tal como le acusará Strawson-- una
"versión purificada" de la teoría de la correspondencia. En modo
alguno coincide con la adaequatio de la metafísica tradicional, pues no
se trata de una correspondencia entre contenidos o procesos mentales y estados
de cosas en el mundo, sino de la correlación puramente convencional --"que
podríamos alterar a voluntad"19--
y establecida lingüísticamente entre los enunciados y las situaciones a las que
se refieren, mediante los conjuntos de convenciones demostrativas y
descriptivas. La elección de esta denominación "correspondencia" para
calificar tal correlación es, ciertamente, un tanto desorientadora, pero con
ella sólo se pretende subrayar su absoluta y pura convencionalidad, pues somos
absolutamente libres de elegir cualquier símbolo para describir cualquier tipo
de situación. Por este motivo, hay que concebir tal relación, no como una
correspondencia entre enunciado puro y nudo hecho (lo cual es siempre una
abstracción), sino como correspondencia entre un lenguaje en situación y hechos
conformados lingüísticamente.
En cuanto al primer
término de esta correlación, John Austin especifica con claridad la noción de
enunciado, en particular como diferente a oración(sentence),
pues Strawson en ocasiones parece confundirlos. Indica Austin que hacer un
enunciado "es un evento histórico, es la emisión por parte de un
determinado hablante o escritor de determinadas palabras (una oración) a una
audiencia con referencia a una situación, evento, o lo que sea, históricos. Una
oración está hecha de palabras, un enunciado se hace con palabras"20.
Ante la objeción de Strawson que acusará a Austin de confundir el enunciado con
el acto de hacerlo, es preciso señalar que Austin conoció tal distinción, pero
no la suscribe, sino que recalca la afirmación de que los enunciados no son
verdaderos o falsos en sí,
esto es, un enunciado no es verdadero o falso independientemente
del acto de hacerlo, pues "verdadero" es un término de mera
evaluación lingüística21.
Con ello, Austin está rechazando --frente a toda teoría que propugne un
isomorfismo estructural lenguaje-mundo-- la posibilidad de que pueda haber
algún criterio de verdad interno al propio enunciado, es decir,
algún rasgo detectable en el enunciado mismo que revele si es verdadero o
falso, pues "un enunciado no puede sin absurdo referirse a sí mismo"22.
Un buen grupo de las
objeciones que Strawson hace en Truth
II a la teoría de la
correspondencia austiniana inciden en el segundo término de la relación, en el status que deba asignarse a los hechos.
Strawson argumenta --dicho de manera general-- que John Austin ha asimilado los hechos a las cosas, y por consiguiente, el
enunciar al referir. El origen de esta acusación se halla a mi juicio en la
diversa noción de enunciado que sostienen ambos autores. Para Strawson
constituye "un error-tipo lógicamente fundamental" la exigencia de la
teoría de la correspondencia de que haya algo
en el mundo(un correlato material) para que un enunciado sea verdadero. La
cosa o persona referida --argumenta Strawson-- es el correlato material de la
parte referente del enunciado; la cualidad o propiedad que es dicha como
"poseída", por el referente en el correlato pseudomaterial de su parte
descriptiva; y el hecho al que el enunciado "corresponde" es el
correlato pseudomaterial
del enunciado como un todo, por todo, por tanto los hechos no son cosas en el
mundo23.
A esta cuestión dedica
Austin su segundo artículo de la polémica "Unfair to Facts".
Como anuncia el propio título considera que Strawson es "injusto con los
hechos" por comprometerse con una definición de "hechos" como
pseudo-entidades. Así recusa la tesis de Strawson acerca de la diferencia
lógica entre "hechos" y cosas-genuinamente-en-el-mundo, originada a
juicio de Austin por un análisis impropio de "hechos" en términos de
"hecho que". Mientras para Strawson parece que cualquier cosa de la
que decimos "...es un hecho", automáticamente no es algo en el mundo,
para Austin, "decir que algo es un hecho es,
al menos en parte, precisamente decir que es algo en el mundo"24.
Por otra parte, considera
Austin además que la expresión "corresponder a los hechos" o
"ajustarse a los hechos" ("to fit the facts") no es
--como sostiene Strawson-- en modo alguno un giro aislado en nuestro lenguaje
inventado por los filósofos como equivalente de "enunciado
verdadero". Tiene para Austin una íntima conexión --que será parcialmente
desarrollada en Sense and
Sensibilia25--
con la serie de adjetivos y adverbios usados para evaluar enunciados
--"preciso", "vago", "exacto",
"correcto", etc.-- relativos a las nociones de ajuste y medición en
contextos ordinarios. Llega a afirmar incluso que "éstos son los términos
importantes a elucidar cuando nos enfrentamos con el problema de la
verdad"26.
Esta clase de adjetivos son los que sitúan la cuestión de la verdad en una
dimensión distinta del problema tradicional: la verdad se desdobla en dos
diversas vertientes, por una parte, la precisión
del lenguaje, y por otra, el ajuste
del habla a las situaciones
particulares27.
La verdad para Austin no es sólo problema del ajuste del habla --como pareciera
decir Strawson-- sino también de la propia precisión del lenguaje. Se puede
decir, por ejemplo, que un determinado enunciado es exagerado o vago, una
descripción un tanto tosca o desorientadora, o no muy buena, un relato más bien
general o demasiado conciso. En casos como éstos --afirma Austin28--
"es inútil insistir en decidir en términos simples si el enunciado es
"verdadero" o "falso". ¿Es verdadero o falso que Belfast
está al norte de Londres?, ¿que la galaxia tiene forma de un huevo frito?, ¿que
Wellington ganó la batalla de Waterloo? Hay --concluye-- diversos grados y dimensiones de éxito al hacer enunciados: los
enunciados se ajustan a los hechos siempre más o menos laxamente, de diferentes
formas en diferentes ocasiones, para diferentes intenciones y propósitos".
Este es el horizonte de investigación en el que será tematizado el problema de
la verdad en Words.
2. LA VERDAD EN EL MARCO DE UNA TEORÍA GENERAL DEL LENGUAJE.
Quizá la más conocida de
las aportaciones de Austin a la filosofía contemporánea sea --junto a la noción
de emisión performativa (performative utterance)-- la denuncia del
modelo enunciativo como clave explicativa del lenguaje ordinario, desarrollada
en How to do things with words.
Obviamente, el problema de la verdad no sólo no ha sido ajeno al peligro de la
falacia descriptiva, sino que de hecho históricamente ha estado estrechamente
ligado a ella, pues --como advierte el propio Austin-- el principio de la
lógica de que "Toda proposición debe ser verdadera o falsa" ha
operado habitualmente como la forma más simple, más persuasiva y más extendida
de esta falacia"29.
El curso del análisis
expuesto en Words en torno a la distinción entre
emisiones constatativas y performativas, tiene como objetivo, a primera vista,
la dilucidación de la noción de enunciado,
sobre la que ha gravitado la falacia descriptiva hasta tal punto que se ha llegado
a suponer habitualmente quedecir algo
es siempre enunciar algo30.
Por el contrario, el análisis de las emisiones performativas muestra el error
que entraña la absolutización del modelo enunciativo, pues las emisiones
performativas del tipo de "Prometo que tal y cual" no son
descripciones de inciertos actos internos, no dicen algo, sino que hacen algo (una promesa), y por consiguiente
no pueden ser verdaderas o falsas31.
Por ello, la tajante distinción establecida al inicio de Wordsentre emisiones
performativas y constatativas no posee la radicalidad en principio definida,
pues no es posible determinar unos criterios caracterizadores de tal principio.
Por ejemplo, "tenemos expresiones que comienzan con "enuncio
que", las cuales parecen satisfacer los requisitos para ser performativas
y, no obstante, su emisión es hacer enunciados y éstos son, con seguridad,
esencialmente verdaderos o falsos"32.
De ahí que Austin se replantee de nuevo la distinción inicial en un análisis de
los sentidos en que decir algo puede ser hacer algo.
En este sesgo de la
investigación primitiva introduce Austin la relevante discriminación de estos
sentidos. Decir algo es siempre hacer un actofonético (emitir ciertos ruidos), un acto fático (emitir ciertas palabras de un
vocabulario con una construcción determinada), y generalmente es también, hacer
un acto rético, esto es,
usar un rema con sentido y referencia. Este sentido
pleno en el que decir algo es hacer algo es concebido por Austin como unacto
locucionario. Ahora bien, constata además que habitualmente "realizar
un acto locucionario es en general, y eo
ipso, realizar un acto
ilocucionario"33,
es decir, estamos usando la locución de una determinada manera,
y con frecuencia es también realizar un acto
perlocucionario, esto es, su emisión produce ciertos efectos sobre la
audiencia.
Mas debemos preguntarnos qué
lugar tiene en este esbozo de una teoría general del lenguaje, el problema de
la verdad. En primer término, es claro para Austin que la cuestión de la verdad
es totalmente ajena a la dimensión perlocucionaria de los enunciados, pues,
aunque al enunciar podemos estar haciendo actos perlocucionarios de todo tipo,
no hay ningún objeto perlocucionario específicamente ligado
al acto de enunciar34.
En segundo lugar, tampoco cabe dar cumplida cuenta del problema de la verdad en
términos de acto ilocucionario. Evidentemente, enunciar algo es realizar un
acto ilocucionario, pues no hay duda de que "Enuncio que E" se halla
al mismo nivel que "Sugiero que E" y "Apuesto que E". Si
uso simplemente la forma primaria o no explícita de la expresión,
"E", puedo explicitar lo que estoy haciendo al decir "E" o
especificar su fuerza
ilocucionaria, diciendo alguna de esas tres cosas35.
Ahora bien, no hay necesariamente un conflicto --señala Austin36--
entre el hecho de que al emitir una expresión hagamos
algo (la enunciemos) y el
hecho de que nuestra expresión sea
verdadera o falsa, pues ambos
hechos se sitúan en dos dimensiones distintas de la expresión lingüística.
Esta es, efectivamente, la
distinción clave para tematizar el problema de la verdad. Tal como advertirá en
la conclusión de Words37,
pueden establecerse, como fruto de todo el análisis desarrollado, "para
todas las expresiones en general" los siguientes componentes:
- (1) Una
dimensión relativa a su felicidad/infelicidad.
- (1a) Una
fuerza ilocucionaria.
- (2) Una
dimensión relativa a su verdad/falsedad.
- (2b) Un
significado locucionario (sentido y referencia).
La extrapolación de uno de
estos componentes comporta por tanto una distorsión de la naturaleza de las
emisiones lingüísticas. Por ejemplo, la absolutización de la dimensión relativa
a la verdad o falsedad a la que conduce la falacia descriptiva es una abstracción: "la noción
tradicional de "enunciado" es un ideal, así como su verdad y falsedad
tradicionales"38.
Además, el examen de la dimensión relativa a la "felicidad" (happiness)
de las emisiones, muestra que en el análisis de enunciados descriptivos --de
modo semejante a otras emisiones ilocucionarias-- "lo que tenemos que
estudiar noes la oración,
sino el acto de emitir una expresión lingüística, (...) pues enunciar es
realizar (to perform) un acto"39.
Por otra parte, la
investigación del status de los enunciados a la luz de la
distinción constatativo-performativo indica que si bien las emisiones
performativas, incidentalmente, consisten en decir algo tanto como en hacer
algo, no son, a diferencia de los enunciados, esencialmente
verdaderas o falsas. Advertimos --señala Austin40--
que "hay aquí una dimensión en la que juzgamos, evaluamos o apreciamos las
emisiones constatativas (garantizando previamente que sean "felices")
que no surge con las emisiones performativas". Es este el ámbito temático
de la verdad, y así lo advierte Austin: "supongamos que todas las
circunstancias de situación que han de estar en orden para tener éxito al
enunciar algo, lo están; incluso cuando ya he tenido éxito, surge la pregunta, lo que yo he
enunciado era verdadero o falso? Y esta es la pregunta, hablando en términos ordinarios,
acerca de si el enunciado "corresponde a los hechos"41.
Nos hallamos ante una nueva
dimensión crítica del enunciado42.
Ello no significa que la
cuestión de la verdad o falsedad de un enunciado sea exclusivamente objetiva. Cuando comparamos un
enunciado constatativo con los hechos, nosotros en realidad lo evaluamos de
maneras que suponen el empleo de un vasto conjunto de términos que se
superponen con aquellos que usamos en la evaluación de emisiones performativas.
Además, "en la vida real, en cuanto opuesta a las situaciones simples
afrontadas en la teoría lógica, no se puede responder siempre de un modo simple
si (un enunciado) es verdadero o falso"43.
Este es el caso de las emisiones "Francia es hexagonal"o "Lord
Raglan ganó la batalla de Alma": en el análisis de estos enunciados se
advierte, una vez más, que "verdadero" y "falso" no
designan algo simple, sino que "sólo apuntan a una dimensión general de
evaluación de lo que es correcto o apropiado decir en determinadas
circunstancias, a una determinada audiencia, con unos propósitos e intenciones
determinadas"44.
Austin advierte que
habitualmente en las emisiones constatativas hacemos abstracción de los
aspectos ilocucionarios del acto lingüístico y nos concentramos en el aspecto
locucionario, pues "empleamos una noción demasiado simple de
correspondencia con los hechos (...), que absorbe tal aspecto ilocucionario, ya
que apuntamos al ideal de lo que puede ser dicho correctamente en todas las
circunstancias para cualquier propósito, a cualquier audiencia, etc."45.
En este punto, es preciso señalar una evolución respecto a "Truth"
sobre el carácter ilusorio de un concepto abstracto de verdad46.
El propio Austin indica que la causa de la polarización histórica en torno a
dos abstracciones (la emisión puramente performativa, con abstracción de la
dimensión de su correspondencia con los hechos, por una parte, y la emisión
puramente constatativa, con abstracción de su carácter ilocucionario, por
otra), se halla en la atención obsesiva a ejemplos del tipo "Pido
disculpas" y "El gato está sobre la alfombra" en tanto que casos
extremos o expresiones emitidas sin ninguna razón concebible fuera de la
situación de habla particular47.
Por ello, --viene a
concluir Austin--, la solución del problema de la verdad no debe ser buscada en
una simple distinción de "verdadero" y "falso", ni en la
distinción entre los enunciados y el resto de los actos de habla, puesto que
enunciar sólo es uno entre los numerosos actos lingüísticos, sino que se ha de
basar en "el establecimiento crítico con respecto a cada tipo de acto
ilocucionario --advertencias, estimaciones, veredictos, enunciados y
descripciones-- de cuál es el modo específico en que han de ser realizados
para, en primer lugar, estar en orden o no, y, en segundo lugar, par ser
"correctos" o "incorrectos", y en el establecimiento de qué
términos de aprobación o desaprobación se usan para cada uno y qué es lo que
ellos significan"48.
Este es el atrayente
programa sugerido en las páginas finales de Words para dar cuenta del problema de la
verdad: enraizar tal cuestión en una teoría general del lenguaje. Sin duda, no
puede ser otra que ésta la conclusión del tratamiento analítico del problema de
la verdad. La primera palabra del análisis corre siempre el peligro
de trocarse, si no en la última, sí en la única al dilucidar un problema
filosófico como el de la verdad.
Notas
1. Cfr. F. INCIARTE, El reto del positivismo lógico,
Rialp, Madrid, 1974, pp. 54-81; "El problema de la verdad en la filosofía
actual y en Santo Tomás" compilado en Veritas
et Sapientia, Ediciones Universidad de Navarra, Pamplona, 1975, pp. 43-59.
3. "The total speech act in the
total speech situation is the only actual phenomenon which, in the last resort,
we are engaged in elucidating". J. L. AUSTIN, How to do things with words, editado póstumamente por J. O. Urmson,
Oxford U. P., 1962, p. 147. (En adelante, Words).
(Hay versión castellana de G. R. Carrió y E. A. Rabossi, Palabras y acciones, Paidós, Buenos Aires, 1971). Muestra
de la consideración preeminente de AUSTIN son los dos colectivos: .K. T. FANN
(ed.), Symposium on J. L.
Austin, Routledge & Kegan
Paul, London, 1969; G. J. WARNOCK (ed.), Essays
on J. L. Austin, The
Clarendon Press, Oxford, 1973.
4. "A Plea for Excuses", Proceedings of the Aristotelian
Society, LVII (1956-57).
Compilado en Philosophical
Papers, Oxford U. P., 1970
(2a. ed.), p. 182. (En adelante, Ph.
P.). (Hay versión castellana de A. García Suárez, Escritos Filosóficos,
Revista de Occidente, Madrid, 1975). M. Furberg insiste también en este
carácter integrador del análisis austiniano: Saying
and Meaning, Blackwell,
Oxford, 1971, p. 47.
5. G. R. CARRIÓ y E. A. RABOSSI, "La
filosofía de John L. Austin", Palabras
y acciones, ob. cit., p. 13.
Cfr. J. O. Urmson (ed.), Concise
Encyclopaedia of Western Philosophy and Philosophers, Hutchison, London, 1960.
7. Análisis, IX, 6 (1949). Compilado en M.
MACDONALD (ed.), Philosophy
and Análisis, Blakcwell,
Oxford, 1966, (1a. Ed. 1954).
9. "Truth", Proceedings of the Aristotelian
Society, Vol. Sup. XXIV
(1950). Compilado en G. Pitcher (ed.), Truth, pp. 32-53 y en P. E. Strawson,Logico-Linguistic
Papers, Methuen, London,
1971, pp. 190-213. (En adelante, Truth
II para distinguirlo de la
versión de 1949. La paginación de las citas corresponde a la edición de
Pitcher).
10. G. J. Warnock, "A Problem about
Truth" y P. F. Strawson, "A Problem about Truth: A Reply to Mr.
Warnock", ambos compilados en G. Pitcher (ed.), Truth, ob. cit., pp. 54-67 y 68-84. Además P.
F. Strawson, "Truth: A Reconsideration of Austin's Views", The Philosophical Quarterly, XV (1965), compilado en Logico-Linguistic Papers, ob. cit., pp. 234-49, y "Austin
and Locutionary Meaning'", compilado en G. J. Warnock (ed.), Essays on J. L. Austin, ob. cit., pp. 46-68.
17. "Truth", Ph. P., p. 133. En la conclusión de su
artículo AUSTIN se pregunta: if it is admitted (if) that the rather
borig yet satisfactory relation between words and world which has here been
discussed does genuinely occur, why should the phrase 'is true' not be our way
of describing it? And if it is not, what else is?"; con ello el problema
queda de nuevo indudablemente abierto.
18. "A statement is said to be true
when the historic state of affairs to which it is correlated by the
demostrative conventions (the to which 'refers') is of a type with the sentence
used in making it is correlated by the descriptive conventions".
"Truth", Ph. P., p. 122. Un análisis detallado y
crítico de esta formulación puede hallarse en P. F. Strawson, "Truth: A
Reconsideration of Austin's Views", ob. cit., pp. 234-49.
21. Sobre este punto discutido, vid. J.
Searle, "AUSTIN on Locutionary and Illocutionary Acts", Philosophical Review, 77," (1968), y L. W. Forguson:
"Locutionary and Illocutionary Acts", compilados ambos en G. J.
Warnock (ed.): Essays on J. L.
Austin, ob. cit., pp. 141-59
y 160-85.
22. "It takes two to make a truth.
Hence (obviously) there can be no criterion of truth in the sense of some
feature detectable in the statement itself which will reveal whether it is true
or false. Hence, too, a statement cannot without absurdity refers to
itself". Ph. P., p. 124, n. 1.
25. J. L. AUSTIN, Sense and Sensibilia. Reconstruido a partir de notas
manuscritas por G. J.Warnock. The Clarendon Press, Oxford, 1962, en particular
capítulos VII y X.
26. Ph. P., p. 161. Stuart HAMPSHIRE -buen
conocedor de AUSTIN- dice de él en una reciente entrevista que "pensó
alcanzar la muy discutida noción de verdad, más que a través de la noción de
verdad misma, por la noción de fidelidad, indefinitud, definitud y todos los
predicados semánticos que se agrupan en torno a ella", Teorema, VI, 3-4 (1976), p. 526.
31. Words, p. 9, Cf. W. V. QUINE: "J. L.
Austin: Comment", Journal
of Philosophy, LXII (1965).
(Hay versión castellana en J. Muguerza: La
concepción analítica de la filosofía, Alianza,
Madrid, 1974, pp. 539-44).
36. "There is no necessary conflict
between (a) our issuing the utterance being the doing of something, and (b) our
utterance being true or false".Words, p. 134.
38. "The traditional 'statement' is
an abstraction, an ideal, and so is its traditional truth or falsity". Words, p. 147.
39. Words, p. 138. Cf. V. Camps: Pragmática del lenguaje y
filosofí>;a analítica, Península,
Barcelona, 1976, pp. 122-5.
44. "It is essential to realiza that
'true' and 'false', like 'false', like 'free' and 'unfree' do not stand for
anything simple at all; but only for a general dimension of being a right or
proper thing to say as opposed to a wrong thing, in these circumstance, to this
audience, for these purposse and with these intentions". Words, p. 144.
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