sábado, 26 de diciembre de 2015

Erick A. Havelock:

La musa aprende a escribir

Reflexiones sobre oralidad y escritura
desde la Antigüedad hasta el presente

          
Prólogo de Antonio Alegre Gorri. Barcelona, Paidós, 1996. 188 pp.1.600 pesetas. ISBN:84-493-0286-2.

Contenido:
    Prólogo, Antonio Alegre Gorri
    Agradecimientos
  1. Programa de investigación
  2. Presentación de la musa
  3. El descubrimiento moderno de la oralidad
  4. La radio y el redescubrimiento de la retórica
  5. Colisiones interculturales
  6. ¿Puede hablar un texto?
  7. El habla almacenada
  8. La teoría general de la oralidad primaria
  9. La teoría especial de la oralidad griega
  10. La teoría especial de la escritura griega
  11. Las teorías especiales y sus críticosBibliografía
    Índice analítico


El inicio de la década de los sesenta contempló un importante desarrollo de los estudios sobre la oralidad. Desde diversas áreas y disciplinas (filología, antropología,etc.), se vivió un desplazamiento del interés investigador hacia las condiciones de producción y transmisión de los textos. Estudios e intuiciones anteriores (M. Parry) tomaron cuerpo en una doctrina a la que contribuyeron diferentes personalidades: la teoría de la oralidad. Como el propio Havelock se encarga de resaltar:
En un lapso de doce meses más o menos, entre 1962 y la primavera de 1963, salieron de las prensas de tres países diferentes -Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos- cinco obras de cinco autores que, en el momento en que escribieron, no podían saber nada de ninguna relación entre ellos. Las obras en cuestión eran El pensamiento salvaje (Lévi-Strauss), "The consequences of Literacy" (un extenso artículo de Goody y Watt), La Galaxia Gutenberg (McLuhan), Animal Species and Evolution (Mayr) y Prefacio a Platón (Havelock) (pp. 48-49).
La constatación de los efectos de los nuevos medios de comunicación social (la radio y la televisión) despertaron el interés por las transiciones de épocas anteriores. Si Marshall McLuhan estudió y teorizó sobre los efectos de la imprenta en la construcción del mundo moderno, le correspondió a Eric A. Havelock hacerlo en la transición de la oralidad a la escritura en el mundo griego (Prefacio a Platón). En aquella obra, Havelock realizaba un trabajo analítico en el que rastreaba los restos de un mundo "oral" a través de los textos homéricos. El tiempo que mediaba entre Homero y Platón (s. V. a.C.) había supuesto el tránsito de una cultura "oral" a otra en la que la escritura había jugado ya un papel decisivo. En La musa aprende a escribir, Havelock sintetiza sus propias aportaciones en aquella obra:
Se demostró que Platón estaba sustancialmente en lo cierto al aceptar que la función principal de la poesía era didáctica. Atribuí esa función al papel cultural del lenguaje versificado en una sociedad de comunicación oral, en la cual la memorización efectiva depende del uso del ritmo. Actuando como una especie de enciclopedia versificada, Homero registraba y conservaba los medios de mantener la continuidad cultural archivando las tradiciones sociales de la cultura (...). Recurrí al testimonio de la epigrafía (...) para llegar a la conclusión de que en tiempos de Homero la sociedad griega había sido, en efecto, enteramente oral. Homero no era un residuo oral en medio de un entorno alfabetizado; la alfabetización de aquella sociedad sólo se produjo paulatinamente durante los siglos que separan a Homero de Platón. El platonismo, siendo un texto escrito, fue capaz de formular un nuevo tipo conceptual de lenguaje y de pensamiento que reemplazaba la narrativa y el pensamiento orales (...). La narrativa y el ritmo, que habían sido el soporte necesario de la memoria oral, ya no se necesitaban. Finalmente sugerí (aunque me limité a sugerirlo) que la clave para entender la alfabetización y la adquisición de una mentalidad alfabetizada por los griegos se podía hallar en la superior eficiencia fonética del sistema de escritura griega (pp. 52-53).
La paulatina introducción de un sistema de escritura dentro de una cultura oral permite la creación de nuevas áreas y disciplinas, al poder independizarse de las formas enciclopédicas propias del mundo oral de Homero y Hesíodo. La expulsión de los poetas de la República platónica es el signo de la búsqueda de nuevas fórmulas del conocimiento permitidas ahora por el soporte de la escritura. Los poetas habían almacenado el conocimiento en sus obras, creando una tradición que se basaba en la repetición; ahora era el turno de los filósofos. Con ellos, el conocimiento se desplaza de la tradición a la especulación, a la reflexión crítica, que se ve sustentada gracias a la escritura.
El tránsito de la cultura oral al mundo de la escritura lo es también de la poesía a la prosa. La poesía -el verso- juega un papel fundamental en estas sociedades orales. Sus condiciones rítmicas posibilitan la retención de la información y esto es esencial en unas sociedades que no disponen de dispositivos de almacenamiento. La memoria se ve ayudada en su papel de almacén básico del conocimiento gracias a las características propias del verso:
Así tuvo lugar el nacimiento de lo que llamamos poesía, una actuación que ahora, bajo el dominio de la escritura, ha quedado relegada a la condición de un pasatiempo, pero que era originariamente el instrumento funcional de almacenamiento de información cultural para uso ulterior o, dicho en lenguaje más familiar, el instrumento que servía para establecer una tradición cultural (p. 105)
Partiendo de los efectos físicamente placenteros del ritmo, de la capacidad del oído para establecer secuencias métricas, de los mecanismos internos de llamada que la rima supone, de las repeticiones formularias que transitan en el interior del poema o de unos poemas a otros, la poesía se habría convertido en el gran eje cultural del mundo oral antiguo. Como señala Havelock, "las sociedades orales asignaban comúnmente la responsabilidad del habla conservada a una asociación entre poesía, música y danza" (p. 105). Esta forma compleja, rota posteriormente por la especialización de las artes, determinaba igualmente el papel de los "poetas" en esas sociedades. Codificadores y mantenedores de la memoria colectiva, los poetas poseían una posición central que se vio progresivamente reducida por la aparición de los nuevos dispositivos de almacenamiento de información.
La musa aprende a escribir tiene un cierto carácter recopilatorio de la producción de Havelock a lo largo de casi veinticinco años (la obra se publica en inglés en 1986). El autor repasa sus propias contribuciones y aquellas más importantes que aportaron las bases de los estudios sobre la oralidad. Igualmente señala los elementos de resistencia que la teoría ha encontrado. La idealización del mundo griego antiguo como cuna de la cultura occidental y lo que el autor denomina el "prejuicio textualista" han sido obstáculos para la teoría en el campo de los estudios clásicos.
Havelock explica algunas de las implicaciones de la "teoría especial de la oralidad griega" que son más objeto de resistencia:
(...) supone que una condición de total ausencia de la escritura no implica necesariamente aquel primitivismo que a menudo se pretende ver en la historia arcaica de las sociedades, como sucede, por ejemplo, en la antropología de Lévy-Bruhl (1910, 1923). Puede representar una condición positiva de un oralismo que posee su propia calidad de vida, más sencilla que la nuestra, sin duda, pero civilizada, con una capacidad especial para crear una "literatura oral" (si se tolera la paradoja) propia (...) La cultura oral griega anterior al 650 0 700 a.C. queda relegada al estatus de una "edad oscura", o bien es ascendida ahistóricamente para adaptarla al patrón del mundo alfabetizado (p. 159)
La barrera histórica de la escritura relega a una categoría inferior a todo aquello que está más allá. El documento escrito es tomado como indicador de un nivel de desarrollo capaz de producir una cultura superior. La ausencia de escritura se confunde con la situación de analfabetismo en la cultura de la escritura. La teoría de la oralidad busca distinguir claramente la situación de esas sociedades en las que la tecnología de la escritura no ha sido establecida, y no ve en ellas una carencia o limitación, sino que atiende a cuáles fueron las fórmulas y logros en los que manifestaba su personalidad. Havelock va más allá y sostiene que una parte de la producción que se ha considerado como logro del mundo de la escritura es fruto de aquel mundo oral:
Las obras maestras que ahora leemos como textos son una textura en la que se entretejen lo oral y lo escrito. Su composición se llevó a cabo en un proceso dialéctico, en el cual lo que nosotros solemos ver como "valor literario", logrado por el ojo arquitectónico, se introdujo a escondidas en un estilo que se había formado originalmente a partir de ecos acústicos (p. 138)
Otro elemento de resistencia y factor importante es el efecto sobre la psique de la introducción de la tecnología de la escritura. A diferencias de otras tecnologías exteriores, la escritura se vincula con un elemento consustancial al hombre: el lenguaje. Las relaciones entre lenguaje, escritura y tipo de conocimiento que ésta permite son un aspecto importante que ha tenido un gran desarrollo durante las últimas décadas.
La teoría especial de la escritura griega afirma también que el concepto de individualidad y de alma, tal como lo entendemos ahora, surgió en un momento histórico determinado, inspirado en un cambio tecnológico, cuando el pensamiento y el lenguaje inscritos y la persona que lo hablaba se separaron, lo cual condujo a un nuevo enfoque de la personalidad del hablante (p. 161)
La objetivación de la palabra sobre un soporte físico favoreció el desarrollo de un pensamiento más abstracto capaz de conceptualizar el "yo" y el mundo que le rodeaba. Progresivamente, la cultura oral, de carácter más concreto e inmediato, que giraba sobre el verbo "hacer", se fue centrando en el verbo "ser" (p. 154). Un mundo preocupado por el efecto de las cosas, pasó a preocuparse por su "esencia", elaborando conceptualizaciones que se alejaban de su materialidad. De esta forma, favorecida por la escritura, se pudieron desarrollar lenguajes especializados que iban de la metafísica a la ética, de las ciencias a la historia.
El conjunto de la obra de Havelock es importante históricamente y es un punto de referencia obligado en este terreno. La musa aprende a escribir tiene el valor de ser una síntesis de sus trabajos anteriores a los que añade las aportaciones de otros autores para formular esas dos teorías, que él denomina "especiales", de la oralidad y la escritura griegas.
Joaquín Mª Aguirre

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