sábado, 26 de diciembre de 2015

PROPAGANDA: CONSOLIDACIÓN DE LA NACIÓN

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Crisis del gobierno alemán
Entre 1919 y 1932, período en la historia alemana conocido como la República de Weimar, Alemania estuvo gobernada por una serie de gobiernos de coalición. Durante este tiempo, ningún partido político logró establecer una mayoría parlamentaria. Los desacuerdos en las políticas económicas y la creciente polarización política entre los partidos de izquierda y de derecha impedían la formación de una coalición factible. Después de junio de 1930, una sucesión de cancilleres abandonaron la búsqueda de una mayoría parlamentaria que funcionara. Manipularon las leyes de emergencia de la Constitución alemana (Artículo 48) que habían sido establecidas por los políticos alemanes para preservar la democracia en tiempos de malestar y descontento, y gobernaron por decreto presidencial sin el consentimiento parlamentario. Esta estructura de gobierno estabilizó la economía y el sistema parlamentario, y también calmó temporalmente la violencia en las calles.
El mito nazi
En estos tiempos de inestabilidad, el Partido Nazi surgió de una relativa oscuridad y alcanzó prominencia nacional. Logró aumentar drásticamente el apoyo del público, definiéndose como un movimiento de protesta contra la corrupción y la ineficacia del “sistema” de Weimar. Denunciaba a la República de Weimar como una maraña de inestabilidad e inacción, definida por la humillación y la desolación de la derrota en la Primera Guerra Mundial y los términos punitivos del Tratado de Versalles posterior a la guerra. Los propagandistas nazis promovían el partido como el único movimiento alemán que hablaba por todos los alemanes no judíos, sin distinción de clase social, religión ni región. Los nazis opinaban que los demás partidos políticos eran grupos de intereses especiales dedicados a sus propios intereses mezquinos. Los propagandistas nazis también apelaban a los deseos populares de orden después de un período de violentos disturbios civiles. Con la promesa de unificar a Alemania, dar empleo a los seis millones de ciudadanos desempleados de la nación y restaurar los “valores tradicionales alemanes”, Hitler cosechó un apoyo popular masivo.
El encanto de unirse a un movimiento de masas
Uno de los fundamentos principales de la ideología y la propaganda nazi fue la creación de una “Comunidad Nacional” (Volksgemeinschaft), la unión racial de todos los alemanes “arios” que transcendería todas las diferencias de clase social, religión y región. El conflicto político y las luchas sociales que caracterizaron a la democracia parlamentaria en el período de Weimar precedente no tenían cabida en la nueva sociedad nacionalsocialista. A diferencia de la protección de los derechos personales ratificada en la Constitución de Weimar de los años anteriores, los propagandistas nazis ubicaban al bienestar general de la comunidad nacional por encima de la preocupación por lo individual. Todos los alemanes “de raza pura”, identificados como “camaradas nacionales” (Volksgenossen), estaban obligados a ayudar a los menos adinerados y a sacrificar su tiempo, sus salarios e incluso sus vidas por el bien público. En teoría, ni una modesta situación económica ni pertenecer a una familia humilde serían un impedimento para el avance social, militar o político. La propaganda nazi tuvo un rol crucial en vender el mito de la “Comunidad Nacional” a los alemanes que anhelaban la unidad, la grandeza y el orgullo nacional, y una ruptura de la estratificación social rígida del pasado. De este modo, la propaganda ayudó a preparar al público alemán para un futuro definido por la ideología nacionalsocialista.
Preparación del pueblo para la guerra
Los propagandistas en tiempos de guerra a menudo buscan justificar el uso de la fuerza militar describiéndola como moralmente necesaria y defendible. En el verano de 1939, cuando Hitler concluyó sus planes para la invasión de Polonia, la población de Alemania estaba tensa y temerosa. No había multitudes en las calles clamando guerra, como había sucedido al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914. El fantasma de esta guerra y las muertes de dos millones de soldados alemanes atormentaban la memoria popular. La maquinaria de propaganda nazi tenía la tarea de lograr el apoyo público para una nueva guerra.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los propagandistas nazis disfrazaron la agresión militar dirigida a la conquista territorial como actos de defensa étnica necesarios para la supervivencia de la “civilización aria”. Describían a Alemania como una víctima, o víctima potencial, de los agresores extranjeros, como una nación amante de la paz obligada a tomar las armas para garantizar la seguridad del pueblo alemán, o para defender a Europa del comunismo.
A pesar del avance de las tropas británicas y estadounidenses por el Oeste y el avance de las tropas soviéticas por el Este a fines del verano de 1944, los líderes nazis se negaron a rendirse y pidieron al pueblo que continuara luchando en un intento suicida de evitar lo inevitable. Los propagandistas nazis insistían con la amenaza de la aniquilación de la vida y la cultura alemanas en manos del “bolchevismo judío” si los Aliados ganaban la guerra. De manera poco realista garantizaban la victoria a través de armas milagrosas o de la sola fuerza de voluntad del Führer y del pueblo alemán. Al enfrentarse con la derrota, el régimen de Hitler respondió con un mayor terror y con propaganda destinada a inspirar el fanatismo.

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